¡Al demonio con la purpurina!
Por qué la prohibición de algunos microplásticos en la Unión Europea es una medida revolucionaria para la industria cosmética y, a la vez, un gesto ínfimo con el planeta
Hay dos hechos que me parecen claves para entender la magnitud del desastre climático que tenemos en ciernes. El primero de ellos es que ya no cae ni una sola gota de lluvia potable en todo el planeta, ni siquiera en la Antártida. Ni siquiera en la aldea abandonada de tus abuelos. Todo el agua de lluvia está contaminada por los llamados forever chemicals, agentes químicos sintéticos perfluoroalquilados y polifluoroalquilados (PFAS), que tardan muchísimo en desaparecer, por eso se dice que son para siempre. La mayor parte de la población occidental consumimos agua potabilizada, pero quien no lo haga (ya sea por voluntad propia o por falta de acceso a la misma) se expone a padecer efectos adversos en los sistemas reproductivo e inmunitario, entre otros daños.
El segundo tema que me preocupa es que prácticamente la totalidad de animales marinos contiene microplásticos en sus entrañas. Llevan ingiriéndolos desde (como mínimo) los años cincuenta. Eso significa que con toda probabilidad, cuando comes una rica dorada salvaje a la sal o te regalas un festín de percebes… también estás incluyendo plástico en el menú. Ojalá esa fuera la única vez que te expones a este ‘ingrediente’. Al parecer, en realidad da igual que no consumas nada que flote. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Viena en 2018 reveló la presencia de partículas menores de cinco milímetros (esto es, microplásticos) en las heces de las ocho personas de diferentes nacionalidades que participaron en él. Alguna ni siquiera comía pescado, pero la mayoría habían bebido agua embotellada, consumido fruta envasada o guardado alimentos en un táper.
Igual hay a quien le da igual digerir y almacenar plásticos en su organismo, porque de todo tiene que haber en este mundo, pero como imaginarás, estos cambios alimenticios involuntarios nos hacen flaco favor. La alteración de la microbiota intestinal es tan solo una de las múltiples irregularidades a las que nos someten, y aunque otras aún están por confirmar la gran sospecha es que inducen la carcinogénesis.
Se estima que la producción mundial de plásticos fue de 390 millones de toneladas en 2021 (esta cifra es del último informe de Plastics Europe, la patronal del sector), quince millones más que el año anterior. Igual que ocurre con las emisiones de carbono, todo indica que no estamos en remisión si no en clarísimo aumento de producción y de consumo. Viento en popa a toda vela.
Es en este contexto, tan ciertamente desalentador para el futuro de la humanidad (como si necesitásemos más pruebas que un octubre con el termómetro a treinta grados, precedido por un septiembre de lluvias torrenciales), ha llegado la Unión Europea y como medida estelar ha decidido retirar del mercado los microplásticos intencionales de la cosmética (partículas encapsuladas, exfoliantes, brillantina, etc.). La medida es valiente porque desafía a una industria millonaria, pero escasa porque atenta contra la salud de una especie, la nuestra. Pero, para mi sorpresa, la única queja del respetable es que ¡no van a poder utilizar más el glitter en sus maquillajes! Mira, de verdad, no quiero ni saber qué opina Mario Vaquerizo del asunto.
Lo peor es que eso no será así, porque el glitter que comenzará a salir de la circulación el próximo diecisiete de octubre (las compañías podrán agotar el stock existente, porque hay riesgos para la salud del planeta pero la banca nunca pierde) es el que contiene polímeros sintéticos de menos de cinco milímetros y no degradables. Repito: el biodegradable y el soluble en agua se mantienen en el mercado, y muchas firmas cosméticas, previsoras (esta medida es una amenaza desde hace años) y con ganas de puntuar alto en Zika ya lo emplean. Aún así, habrá pérdidas, aunque quizá no las milmillonarias que auguraba el BoF en 2019. Sea como fuere, tú Netflix and chill, que en el carnaval de Las Palmas no se sentirá ninguna réplica de este terremoto de brillantina. ¿Quedamos para cenar una lubina a la espalda?
P.D.: Si no eres una de esas personas que se ha quejado de lo de la brillantina, igual te interesa todo lo que tiene que contar la aplicación Beat the Microbead con respecto a cómo la Unión Europea ha trabajado en esta directiva para que las compañías fabricantes aún encuentren nanoresquicios a través de los que seguir formulando el mal.
P.D2: Si decides escanear en la app los ingredientes de tus productos favoritos, te llevarás una ingrata sorpresa.
En el armario cosmético de… Victoria Trasmonte.
A la doctora Victoria Trasmonte la descubrí en mitad de la pandemia, cuando puso en marcha Acortando las distancias, un programa pionero para que pacientes ingresados en el hospital pudiesen hablar con sus familiares confinados. Con ese proyecto se coló por primera vez en las páginas de Vogue España en uno de los reportajes que más me han marcado en toda mi carrera como periodista, dedicado a los héroes invisibles de la covid-19. Entonces era intensivista, pero no tardó en terminar de mover el timón profesional hacia la medicina estética, y ahora ejerce como Jefa de unidad en la F. Jiménez Díaz madrileña (coge cita en el teléfono 699 35 77 44), además de dirigir su propia clínica en Almendralejo (en el tel. 690 72 87 57).
Además de ser una de las personas más luminosas que conozco y mi médica de cabecera para consultas extravagantes (deberías ver nuestro WhatsApp para ser consciente de las preguntas chorra que me tiene que aguantar y la de papers que me envía de vuelta), es la responsable de que esta suerte de boletín que te llega de manera quincenal a tu buzón de correo se llame Pretty In, Pretty Out. Literalmente se inventó el nombre, y cada día se lo agradezco mentalmente.
Háblame de las rutinas cosméticas de las que eres devota, las que pasan sin pena ni gloria por tu vida y de las que jamás te acuerdas. Tengo la piel mixta, por lo que toda la vida, de manera equivocada, he intentado limpiar mucho y dejarla seca porque estaba más a gusto. Sin embargo, eso provocaba mi hiperproducción de grasa. Conforme fui adentrándome en la medicina estética y la cosmética he aprendido a cuidar mi piel. Por eso entiendo mucho a los pacientes que se sienten saturados con las cremas y prefieren no ponerse nada. Yo baso mi rutina en la limpieza. Suelo usar jabones en espuma, me gusta esa textura porque me da la sensación de que me limpian más. Ahora estoy usando uno de Piluca Barrau, una farmacéutica menorquina que adora la dermocosmética. Este limpiador tiene aceite de argán (antioxidante) y ácido láctico que en concentraciones muy bajas se tolera muy bien y limpia el poro. El otro limpiador que suelo usar a menudo es el Brightening Foam de Mesoestetic. Después, aplico un exfoliante de ZO Skin Health, con vitamina E, que aporta mucha luminosidad y es bastante respetuoso con la piel. Estos primeros pasos los hago en la ducha por la mañana, así no me importa que se moje el pelo.
Una vez fuera, es la hora del tónico. Yo combino dos de Zo Skin Health, el Calming Toner y en la zona T el Complexion Renewal Patch (en toallitas), con ácido salicílico.
En cuestión de hidratante facial (ojo, que no hay que olvidar nunca cuello y escote, porque ese pequeño gesto a la larga se nota) estoy con la crema que contiene aceite de argán de Piluca Barrau. Me gusta mucho la textura y cómo me queda la piel. Ahora bien, es verdad que no necesito un producto demasiado terapéutico porque no tengo rojeces, ni manchas ni flacidez… y de vez en cuando me hago un láser o una luz pulsada en consulta. Sobre ella aplico un protector solar. En el bolso siempre llevo el Fusion Water de ISDIN, y también uso la línea Anthelios de La Roche Posey. Finalmente, el contorno de ojos (estoy empezando a hacer hincapié en esa zona porque me he visto alguna arruguita) también es de Piluca Barrau, tiene una coloración irisada espectacular y es tremendamente hidratante.
En cuestión de fragancias, lo mío son los cítricos: Cheap & Chic, de Moschino, Miss Dior, Chance de Chanel, ¡e incluso la colonia Chispas!
Y en el pelo, a mí me salva el día el champú en seco. Como tengo la piel mixta, a media tarde ya está apelmazado, y el champú en seco me ayuda a terminar la jornada. Lo lavo a diario con el Exfoliating Shampoo de AllSkin Med, porque exfoliar el cuero cabelludo es también algo beneficioso.
Por la noche uso el Retinol Skin Brightener 0,5 de Zo Skin Health. No necesito gran exfoliación, pero intento no aplicar nada encima para que haga todo el efecto que se necesita.
Además, semanalmente, dependiendo de cómo encuentre mi piel, que cambia con el ciclo, cae alguna mascarilla. Cuando la noto muy seca uso la Hydra Beauty de Chanel, que me ayuda a recuperarla. Cuando la tengo más grasa, empleo una de azufre de zo Skin Health.
Si tengo un evento o una cena y quiero verme bien, hay una crema tipo sérum que se llama Illuminating Aox Serum, también de Zo Skin Health. Es cara, pero te pones un poco y te deja la piel muy bien, a veces ni me maquillo. Con un poco de colorete ya voy bien.
La verdad es que con esta enumeración que te acabo de hacer (y sin mencionar el maquillaje), me estoy dando cuenta de la cantidad de productos que tengo.
¿Crees que la UE es demasiado exigente con las limitaciones y retiradas de ingredientes cosméticos? No me puedo creer que lo de retirar la purpurina genere un problema, cuando los productos que la llevan se pueden hacer con otro material que además influye positivamente en la salud del paciente. Ahora bien, es importante que la gente compre cosmética con el marcaje CE. Si son productos como el retinol (que también están trabajando en la regulación), lo mejor es que sean prescritos por un médico y exista un control, y que los efectos adversos sean comunicados (para que si sucede más de una vez, se pueda trazar el origen y valorar qué ha sucedido).
¿Hay algo que no te guste de la industria cosmética? No me gusta que un cosmético prometa la desaparición de las arrugas o una disminución de la mancha, la realidad no es así. Quiero que todo esté basado en estudios reales que demuestren eficacia, que el paciente pueda confiar. Lo que no puede ser es que a día de hoy se permita que en un lugar serio en el que confía el paciente, como puede ser una farmacia, un cartel en el escaparate en el que pone que con una crema resultados visibles en dos semanas reduciendo las arrugas un 40%. Es una mentira como un castillo y la gente confía en eso.