Caracol, no saques los cuernos al sol en las horas centrales del día
Un breve relato que va desde Venus retrógrado hasta las infinity pools, tomar el sol y la protección solar de amplio espectro.
Venus está retrógrado. No tienes más que mirar a tu alrededor. Ni la mismísima Rosalía se libra de derramar alguna lágrima mientras no para de facturar. Me la imagino pasando el siempre inevitable duelo de la ruptura en una tumbona vuelta y vuelta al borde de una infinity pool. Y hace bien, al menos en parte. Es una verdad mundialmente conocida que el desamor es menos doloroso al borde de una piscina.
Pero, ojo ahí, que ni el resort más lujoso y recóndito del planeta te puede librar del daño solar generado por una sobreexposición al astro rey. ¿Qué se considera sobreexposición? Pues, entre otras cosas, quemarse, tener marca del bañador, ponerse al alcance de los rayos en las horas centrales del día…
Hasta hace algunos años, mi recomendación hubiera sido invertir en una buena crema solar (en la Unión Europea son todas bastante decentes, y con texturas bien logradas, pero mira que sean pantalla total, de amplio espectro e incluya filtros UVA, UVB) y reaplicarla periódicamente en función de tu tono de piel y el SPF de la misma. Ya sabes que el SPF viene a indicar la cantidad de tiempo ‘extra’ que tienes para no quemarte. Si de natural tardas diez minutos en empezar a sentir picorcito, un SPF30 te regalara 10x30=300 minutos de ‘protección’. Esa es la teoría.
En la práctica, creo que si puedes intentar superar los estragos de Venus retrógrado bajo una sombrilla, tu piel te lo agradecerá. Mi mejor consejo hoy es que evites tumbarte en busca de un bronceado ‘envidiable’. El sol, como ya sabrás, es responsable del 90% del envejecimiento prematuro de la piel. Y no hay nada de envidiable en unas arrugas, unas manchas y una flacidez que fácilmente pueden prevenirse teniendo un poco de precaución y con unos buenos polvos bronceadores (elige: los terracotta de Guerlain, los Bronze Goddess de Estée Lauder o los de Kiko Milano, como opción low cost). Si no lo haces por esas razones, hazlo para darle esquinazo al cáncer de piel (también el 90% de ellos se desencadenan tras ‘demasiada’ exposición solar). En cualquiera de los casos tu piel te lo agradecerá.
Dejo para otra ocasión el hablarte de los filtros físicos, los químicos, las recomendaciones de productos para la temporada estival y cómo evitar caer en un déficit de vitamina D.
En resumen, Venus retrógrado termina el tres de septiembre. Hasta entonces ve por la sombra, por favor.
El armario cosmético de… Eva Morell
Eva Morell, experta en cabañas y buen rollo.
Eva Morell tiene la mejor newsletter sobre cabañas que conozco. El club de la cabaña es como un oasis de belleza y de paz interior en mitad de esa marabunta que es el buzón de entrada de mi correo electrónico.
Y así es también un poco Eva. Quedar con ella para tomar un café es asegurarse un remanso de paz y de inspiración en la marabunta y el caos diarios. Larga vida a la Morell.
¿Cuáles son tus rutinas cosméticas? En general no suelo olvidarme de las rutinas, las tengo muy asumidas porque tampoco me complico en exceso con ellas, así que las siento como parte de mi día a día. Tal vez la de por las mañanas es la que tengo más interiorizada: limpieza, sérum, hidratante y solar, todo muy automatizado. Me pasa mucho que si no la hago siento como que "no estoy despierta". Eso sí, para las hidratantes soy algo desastre, soy estricta usándolas, pero desde que dejó de fabricarse la que utilizaba, no he vuelto a encontrar una que me enamore de la misma manera. He pasado por cremas caras (Augustinus Bader, por supuesto) y más baratas, pero sin dar con la tecla. Ahora he descubierto en Sephora una marca nueva, Byoma, que de textura es muy parecida a la que tenía, es una hidratante básica y me gusta cómo deja mi piel.
También hago otra cosa que no deja de sorprender a mis amigas: mi rutina de día cambia en invierno y verano, básicamente porque mi piel me lo pide. En verano uso sérums y aceites más fluidos, ahora estoy combinando Vitamina C de The Ordinary con el booster de ácido hialurónico de Pai, sobre todo porque tomando el sol y con las manchas que tengo en la cara, la vitamina c me da la vida y me ayuda a no descontrolar demasiado la pigmentación. Sin embargo, en invierno utilizo algo más oleoso, el Red Velvet de Freshly Cosmetics, que también ayuda con las manchas, pero es mucho más denso y mi cara lo agradece, que siempre está más seca.
Mi rutina favorita es la de la noche, la veo casi como un ritual de desconexión al final del día, sin pensar en nada; es a la que dedico más tiempo y me abstraigo mucho, siempre con la radio o un podcast de fondo. Aquí sí que soy muy rigurosa, porque disfruto el paso a paso: empiezo con la doble limpieza, que para mí es el mejor invento de la historia, por la sensación de alivio con la que se queda después mi piel. Descubrí hace un año y medio el gel limpiador de Quinque y es lo mejor que he comprado en mi vida. Es como un aceite que luego se transforma en leche al contacto con el agua y te deja la piel supersuave y cero irritada. A continuación, un tónico de árbol del té, que llevo usando más de 10 años y cara fresquita (también genial para días de mucho calor y lo usas como bruma). Luego masajeo la cara durante un buen rato con un aceite de probióticos de Gallinée que me encanta. Lo que siempre se me olvida, y no debería, es el tratamiento para las manchas. Combino varias veces a la semana una mascarilla despigmentante de MartiDerm con una fórmula magistral de mi dermatólogo que, como siempre está en la nevera, raro es el día que me acuerdo de ponérmela. Inventazo también la de Freshly Cosmetics, que huele increíble y de la que también me olvido. De verdad, soy toda una ruina en ese aspecto.
Enumera alguno de tus básicos cosméticos. El aceite probiótico de Gallinée que te dije antes. Fíjate, si hay una noche que no lo uso, al día siguiente mi cara está más apagada y menos jugosa. Que tal vez sea psicológico, pero es así, lo noto. Tampoco puedo vivir sin mi colonia diaria, que es el body splash de Mimosa de &Other Stories (diez años ya oliendo igual). Sí, soy de esas que solo usa un aroma, aunque a veces soy infiel con Le Tulipe de Byredo o Do Spn de Dyptique. El colorete en barra es uno de los inventos más prácticos y maravillosos del mundo de la cosmética y que más feliz me hacen; si ahora me dijeras que debo volver a una brocha y polvos, no podría.
Otro de los básicos indispensables, yo que no me maquillo prácticamente nada, es la bb cream, tienes buena cara rápido para ir a comprar el pan o salir a comer, todo en uno y fácil. Utilizaba una de MAC que era fantástica y no sé por qué, también han descatalogado, y he descubierto un mundo nuevo con Biotherm.
Y un extra, el desenredante para el cabello protector del calor es otro de mis favoritos, que soy de las del club de lavar el pelo a diario y secarlo con secador + plancha y, claro, hay que cuidarlo bien. Todos ellos siempre, siempre, están en mi neceser de viaje. El resto puede variar, pero esto es obligatorio.
Háblame de rutinas cosméticas en la playa. En general, para el rostro, uso la misma rutina vaya o no a la playa, porque tengo manchas y las tengo que tratar con mucho mimo. Con la solar facial siempre parezco un cuadro en la playa, porque dejo la crema sin untar sobre las manchas y voy con mi bigote blanco y el resto como un dálmata paseando feliz por la orilla. Mi dermatólogo me recomendó la Spot Prevent de ISDIN y la utilizo durante todo el año.
Soy una persona que se pone morena con facilidad, no suelo quemarme, pero no por eso dejo de ponerme protección. En verano suelo tomar el sol una hora y media cada día, así no arriesgo demasiado la piel y voy cogiendo y manteniendo el color. Para cuerpo siempre pongo aceite, me gusta más que la crema, con factor 50 de Mimitika. Es el segundo verano que la renuevo y me gusta mucho la textura y como hidrata. Siempre repito aplicación después de bañarme, al ser en spray es más práctica y menos engorrosa.
Ah, y cuido siempre el cabello, que creo que es uno de los grandes olvidados del verano en la playa. El pelirrojo es un tono que con el sol se estropea mucho, amarillea y acaba quedando un color pajizo muy apagado, así que tengo cierta obsesión con que eso no pase. Uso una leche protectora UV y siempre que salgo de bañarme la vuelvo a aplicar.
Finalmente, un clásico para después que me recuerda a los veranos de cuando era pequeña, el aftersun de Ecran. Ese, para mí, es auténtico el olor a verano.
¿Hay algo que no te guste de la industria cosmética? La sensación de dependencia, de tener que probar algo cada vez que se pone de moda. Es cierto que no estamos obligadas a probar todo lo que sale, pero claro, cuando lees dos o tres reseñas de "lo milagroso", "fantástico" y "el must que debes tener", pues, claro, es inevitable. Creo que eso hace que cueste más trabajo encontrar una rutina o unos productos que funcionen mejor con cada una de nosotras, dejándonos llevar por esas tendencias sin pensar que a veces no nos favorecen del todo, cada piel es un mundo. Que si el retinol, el ácido hialurónico, ahora los péptidos… Reconozco que antes me creaba una especie de FOMO cosmético, pero con los años me he dado cuenta de qué me funciona y qué no, así que de esa manera he probado lo que me ha apetecido y luego lo he incorporado o descartado de mi rutina.
Ameee!!
Fantástico!