Cómo (aprender a) ser yo
La maternidad, la invisibilidad y la construcción de una nueva identidad
La maternidad me ha cambiado. Más allá de modificar una parte de mi cerebro para adaptarlo a la nueva vida que (literalmente) me esperaba o de redibujar la silueta del cuerpo hasta cincelar redondeces inéditas en mi anatomía. La maternidad me ha cambiado por completo hasta el punto de que en más de una ocasión no me he reconocido en el espejo. Es más, durante mucho tiempo ni siquiera he buscado en él mi reflejo, ni me ha importado cómo me verían los demás.
Durante prácticamente los dos primeros años de vida de mi hijo, que coincidieron con un drástico y exigente cambio de rumbo profesional, me olvidé por completo de un amplio espectro de autocuidados que iban desde la higiene del sueño (¡cuántas madrugadas he pasado peinando Vinted!) hasta las alegres manicuras que tanto amaba (Lucerito, I miss you). Estaba en modo supervivencia, mirando al frente y marchando como un soldado en misión especial, a vida o muerte.
¿Dónde estaba yo? ¿Dónde estoy yo? Por ahí, en algún lugar, escondida debajo de ese número 42 de pie que me trae de cabeza (he vendido todo mi calzado anterior y continúo sin encontrar sustitutos decentes), tras esa retención de líquidos infernal en ambas piernas, dos capas más allá de ese flotador de grasa que le ha cogido cariño a mi región abdominal y que, gravedad mediante, casi logra besarse con los lánguidos pezones de unos generosos pechos que una vez fueron alimento y refugio.
Mi cerebro, efectivamente, tampoco es el mismo. Lo sé porque nada de todo lo que acabo de contar me parece tan relevante como que mi niño tenga a su alcance la diversión, los abrazos y los afectos que necesita. Pero también lo sé porque más allá de la salud (en los últimos meses he perdido diez kilos porque mi peso me estaba afectando a la pisada), hay detalles que han dejado de importarme. Qué son las estrías en mi tripa sino una huella de lo vivido y de lo parido.
Aún así, me queda mucho camino por recorrer. Mi reto para este verano es encontrar y conquistar nuevos espacios que habitar siendo yo misma, no la “mamá”, no la “editora”, no la “periodista”. Siendo Paloma, la mujer que disfruta del silencio, de la lectura, de tejer, de ver una serie, de zambullirse de golpe en la piscina y notar cómo el frío del agua estremece ligeramente su cuerpo. Bueno, quizá hablar de mí en tercera persona no es la mejor manera de comenzar a redibujarme, pero ya me entiendes.
He permanecido invisible durante dos años, he puesto por delante las prioridades familiares, he disfrutado de cada una de esas decisiones que D. y yo hemos tomado juntos y, créeme, no cambiaría absolutamente nada de lo vivido. Ahora es cuando empiezo a esbozar en mi imaginación esa habitación propia que reclamaba Virginia Woolf, que no se parece en nada a la que hubiera dibujado antes de parir. Porque, en realidad, yo tampoco me parezco en nada a la mujer que era. Y ahí está el auténtico reto: descubrir quién soy, abrazarme, construirme y hacerme feliz. Es una cosa seria, por más cursi que suene. Quien lo ha vivido, lo sabe.
En el armario cosmético de… Sara García
Sara García no solo es la persona más cool de la Mariña lucense, es que además es mi ahijada. Estudió periodismo, pero me quiso dar el gusto de seguir mis maltrechos pasos profesionales (¡y eso que apuntaba maneras con su interes por la belleza!) y luego se lanzó a la fotografía. Sara es una tía supercreativa, con inquietudes y un carácter rabiosamente bien construido. Dice que casi no usa cosmética, pero no le hagas caso:
Háblame de tus rutinas cosméticas… Tengo que confesar que el skincare es algo a lo que no presto mucha atención y prefiero ajustarme a una rutina sencilla y rápida. Aprovecho la ducha matutina para limpiar la piel. Desde hace tiempo utilizo el Gel Limpiador All About Clean de Clinique, masajeándolo con el Foreo Luna. En cuanto a hidratación, llevo años utilizando Moisture Surge de Clinique y, desde hace poco, el contorno Moisture Surge Eye, de la misma marca, para hidratar más la zona de la ojera, que suelo tener reseca, sobre todo en invierno. Mi protección solar es Hydrance de Avène SPF 30. Para algún grano hormonal que puede salirme muy de vez en cuando, me gusta utilizar de forma puntual el Antiblemish Gel de la gama Biretix, de Cantabria Labs. Los labios suelo tenerlos secos y cortados, por lo que recurro a la Lip Sleeping Mask de Laneige, más densa para por la noche, y para el día me gusta Aquaphor de Eucerin o Cicalfate de Avène en sus versiones específicas. Mi mejor aliado capilar durante los últimos meses ha sido el champú Pro Longer de L’Oreal Professionnel, que me está permitiendo dejar crecer el cabello sin sufrir tanta rotura de puntas. He de confesar que durante años he abusado de productos de moldeado y calor excesivo, por lo que Olaplex ha sido mi gran aliado durante un tiempo. Ahora continúo utilizando de vez en cuando el Nº3 de Olaplex a modo de mascarilla. Una vez a la semana y como chute de hidratación me gusta aplicar la Goat’s milk Hair Mask de Ziaja, que también contiene keratina. Para finalizar, y ya con el pelo seco, me gusta aplicar de medios a puntas el aceite de Moroccanoil. En verano cambio un poco mi rutina de pelo. Antes de la exposición al sol recurro a la crema sin aclarado Crème UV Sublime de Kérastase, que contiene protección solar para el cabello. Al volver de la playa, me gusta el champú Bain Après-Soleil de Kérastase, que contiene aceite de coco y me ayuda a prevenir los daños del sol y del agua de mar. Para el cuerpo soy bastante básica: la Moisturising Cream de Cerave me aporta hidratación, sobre todo en zonas como codos y rodillas. Un plus a su favor es que se absorbe bastante rápido. En el día a día es raro que me maquille, aunque es cierto que no puedo salir de casa sin rellenarme las cejas: utilizo el lápiz Micro Precise de Essence y las fijo con un gel fijador con color de la misma marca. Es un paso muy sencillo pero que te cambia la cara totalmente. Si quiero arreglarme un poco más, me pongo máscara de pestañas: me gustan la Better than Sex de Too Faced o la They’re Real de Benefit, y un poco de colorete en crema o el Benetint. Mis polvos bronceadores favoritos son los Hoola de Benefit, aplicados sutilmente. No utilizo base porque las noto demasiado pesadas en mi piel y no he encontrado una con la que me sienta del todo cómoda. Termino con los perfumes: no he sido nunca muy fiel a ninguna marca y uso perfumes bastante comerciales, aunque me gusta ir probando. Para mí, es imprescindible ser que aguante durante todo el día para no tener que reaplicarlo.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. Me quedaría con un lápiz de cejas y un gel fijador para las cejas. Ah, y protector solar, claro.
Producto con hype que fue un total bluff. Me lancé a probar la mascarilla de labios de Laneige después del boom que vi en TikTok y demás redes sociales. Aunque no quiero decir que no funcione, me esperaba mucho más por su elevado precio. Siento que el Aquaphor de Eucerin me ofrece un resultado muy similar.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Como consumidores estamos siendo bombardeados constantemente con nuevos lanzamientos y productos. Las redes sociales son las cómplices que viralizan muchos de ellos. Al final, se nos están creando necesidades que, de otra forma, no tendríamos.
Hace pocos meses explotó el tema de los “Sephora kids” en redes sociales. Se decía que en Estados Unidos niñas con incluso menos de doce años se dirigían a este tipo de establecimientos para comprar productos de skincare con elementos como retinol o ácidos exfoliantes entre su composición. Es decir, productos que tradicionalmente se han dirigido a personas más adultas. También se han viralizado vídeos de niños o preadolescentes enseñando unas rutinas de skincare que, personalmente, veo innecesarias con su edad.
Todo esto ocurre en un momento en que los jóvenes pasamos cada vez más tiempo en redes sociales. Mientras las empresas y las influencers del mundo de la belleza continúen promocionando este tipo de productos -o incluso operaciones e intervenciones estéticas- sin ningún tipo de responsabilidad o sin miramiento hacia el potencial daño que pueden provocar a una parte de su público, esto continuará ocurriendo. Es algo que me parece una locura que se nos está yendo de las manos.
Esto es. Este es el viaje que hay que hacer. Y será una aventura maravillosa!!
☝🏻a mi también me cambió, una de las cosas que más me gustan de la que fui es que me trajo hasta aquí 🤍