Cómo ser gorda y no morir en el prejuicio
De la (fantasía de la) diversidad en la moda y el largo camino que aún queda por recorrer cuando estamos a solas frente al espejo de los probadores.
Hace dos semanas exactas que decidí que la carta hoy recibirías en tu buzón estaría dedicada al cuerpo. Al mío. Al tuyo. Al de todas las que alguna vez han sentido que tenían que ponerse a dieta, o hacer ejercicio, o buscar un anticelulítico (spoiler: no funcionan) para intentar estar a la altura de lo que se esperaba de su físico. Que no es poco.
Yo he estado ahí. Soy una persona de talla no normativa. O sea, estoy gorda. Es un adjetivo con el que a veces me describo en voz alta para espanto de los demás. Además, evito el diminutivo gordita, que parece que hasta quita kilos. Unos me dicen (y es mentira, por muy piadosa que les parezca) que estoy fenomenal de peso. Otros, creo que sin darse cuenta de que el adjetivo en sí no tiene una carga tan terrible como la que ellos le están adjudicando, me reprenden mis palabras, como si yo misma me hubiera insultado y ofendido de manera imperdonable. Todos ellos funcionan según las normas de un contrato social absolutamente caduco, pero que la tan cacareada ola de diversidad sobre las pasarelas no ha sido capaz de erradicar.
Ahí tienes a Berta Vázquez en los Goya teniendo que dar unas más que ridículas explicaciones sobre su cuerpo (explicaciones que nadie ha pedido, por cierto, al ganador del cabezón Denis Ménochet). Ahí tienes a Amaia Montero comparándose con un yoyó por sus cambios de peso (Javier Bardem, que sube y baja por temporadas, jamás ha mencionado su abdomen creciente o menguante). O a Tania Llasera, que el año pasado ya tuvo que plantarse y decir “Soy más que un cuerpo, tod@s lo somos”, después de años de escrutinio. O de acoso de género, según se mire.
He trabajado muchos años en revistas de moda. Sé el esfuerzo titánico que se hace desde las redacciones por ofrecer a las lectoras todo tipo de imágenes de inspiración: desde mujeres con celulitis (más del 90% de las féminas la tiene; así que cuando la enseñan no están, precisamente, apelando a una minoría) hasta cuerpos que superan la talla 42, que en realidad es la talla media de la mujer europea. Pero no siempre es fácil.
Durante años, cuando las revistas querían que las modelos de tallas grandes (primero las llamaron así, luego plus size, más tarde curvy, después mujeres reales y al final apelaron a los movimientos body positivity y body neutrality…) protagonizaran grandes editoriales, se daban de bruces con la dura realidad: ninguna marca importante (es decir, anunciante) tenía samples en las tallas que requerían esas chicas y al final tenían que presentarlas en lencería, envueltas con ropa (sin vestir, o sin cerrar) o incluso desnudas. La sola idea de normalizar su presencia en los reportajes de moda, resultaba imposible porque no había los recursos adecuados para un estilismo normal. Afortunadamente, hace tiempo que eso cambió. Sort of, porque precisamente esta temporada ya están volviendo a saltar las alertas con eso de que la pasarela vuelve a los noventa en todo su esplendor y la diversidad vuelve a ser cosa del pasado. Esta es la auténtica razón de que el feminismo no avance: conquistamos derechos, nos los quitan de nuevo y, en vez de seguir adelante, tenemos que desandar pasos para reconquistarlos una y otra vez. El mito de sísifo de la igualdad.
Hace años que las marcas de moda empezaron a incluir ‘cuotas’ en sus campañas. Fíjate cuando vayas a un H&M o un Zara: encontrarás una modelo asiática, una modelo negra, una modelo latina, una modelo nórdica, una modelo curvy… Check, check, check, check, estamos todas ahí (bueno, nuestras mejores versiones), en una sola foto. Pero, ¿sabes lo que pasa?, por mucho que la industria iniciase ese movimiento (real o impostado, eso no es lo importante ahora) de cambio, el público sigue pensando que ‘gorda’ es un adjetivo que no favorece a nadie.
En estas dos semanas he hablado del asunto con varios compañeros que lideran campañas en firmas de moda y cosmética. Todos coinciden en que promocionar una prenda (o un labial) con una modelo de talla no normativa, convierte menos. Traducido: no vende. Sin embargo, cuando es Anja Rubik la que se pone pendientes, vestidos, sombras de ojos y abrigos, rompe stock.
Igual es el momento de plantearse por qué, si una industria, la centrada en la imagen personal, ha hecho el esfuerzo de representar cada vez un abanico más amplio de clientas (a pesar de que no gana taaaaanto dinero con ello), somos nosotras las que seguimos obcecadas en no abrazar la idea de que el valor de las diferencias empieza realmente en una misma. Y que ser gorda, tener canas, manchas en la piel o el pecho caído no te hace mejor o peor persona (y, para el caso, más real) que ninguna otra mujer en el mundo.
El armario cosmético de… Elena Francés
Por su cuenta de TikTok (@editordrama) la conoceréis. Elena Francés es periodista, fanática de la moda y el maquillaje, y experta en planes por Madrid. La conocí hace años a través de mi amigo Gonzalo Muiño cuando ella era editora gráfica en la revista AD. Y, aunque somos prácticamente vecinas, solo nos vemos de mes en mes en nuestro club de lectura. Es nuestra mejor representante de la generación z, una etiqueta (o un hashtag) que ella lleva con orgullo. Hoy comparte con Pretty in, Pretty out sus opiniones (siempre cargadas de fundamento) cosméticas.
Mírenla. A Elena Francés la juventud le ilumna los poros.
¿Qué rutinas cosméticas sigues a rajatabla? A diario me limpio e hidrato la piel, aunque solo uso jabón para la cara por la noche. Muchos días utilizo retinol por la noche, llevo unos tres años usando la Beauty Sleep mask de Trasnparent, tiene solo un 0,2% Retinol, y 5% de niacinamida así que es perfecta para empezar y además no hace falta echarse nada más. Me pongo vitamina C por la mañana, ahora con un sérum de La Roche Posay, que es la marca que uso cuando no quiero investigar mucho. Uno o dos días a la semana me exfolio con químicos, ahora alterno el de ácido glicolico de The Ordinary (una marca que me parece muy compleja de usar para lo popular que es) y el de ácido salícilo de Paula's Choice (que probablemente repita). Nunca mezclo unos con otros y hay días que no uso ninguno. Rara vez me pongo mascarillas de usar y tirar, más allá del gusto del momento no creo que hagan mucho.
¿Qué es lo que no falta nunca jamás de los jamases en tu botiquín cosmético? En mi botiquín cosmético jamás falta una hidratante básica con ácido hialurónico de farmacia y crema del sol, como he dicho La Roche Posay es la marca que no me da problemas. Pero voy variando según la época del año, e incluso mi ciclo hormonal que es mi última obsesión beauty.
¿Has usado alguna vez anticelulítico? ¿Ha funcionado? He usado uno de hombre (no entiendo esa diferencia de género) que me tocó en uno de los repartos de Condé Nast cuando trabajaba allí. Notaba fresquito, y me lo echaba después de entrenar. Creo que lo que hacía algo era el deporte, bueno, estoy segura. Pero tenía que gastarlo.
¿Te has sentido alguna vez presionada para, cuestiones de salud aparte, tener un físico determinado? No directamente presionada, pero sí, he sentido que si tuviese x kilos menos se me hubiera valorado más en algunos sitios y momentos de mi vida. Es algo que sufrimos muchas, nada nuevo, pero opino que en el mundo de la moda, belleza y diseño se nota más. Especialmente si tiene algo que ver con redes sociales. Es como un complemento más, pero este nunca pasa de moda.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Lo que menos me gusta es el engaño burdo. No hay crema que quite una arruga (aunque el retinol está confirmado que previene) y no hay crema que quite la celulitis. Algo que me alucina de las redes sociales es que el mensaje no varía mucho del anuncio tradicional. Hay más variedad, pero cuando se trata de dinero te engañan igual. Últimamente ha sido muy sonado en TikTok el caso de Mikayla Jane, influencer de belleza de millones de seguidores, a la que se ha acusado de mentir en un contenido pagado de una máscara de pestañas. La gente está harta.
El armario de Elena, cuyo lema es: “Ante la duda, La Roche Posay”.
¡Muchas gracias por leer, una semana más, Pretty in, Pretty out! Nos vemos en tu buzón dentro de quince días. Ya sabes que podemos seguir la conversación en nuestro canal de Telegram.