El invisible magnetismo del buen olor
Un heptálogo de cosmética eficaz que, en realidad, me ha conquistado a través del olfato. O lo que es lo mismo, una felicidad de narices. Y las rutinas de la siempre digital Janira Planes.
Tengo un míster Hyde cosmético que insiste en buscar productos de tratamiento facial que huelan mal (o regular) porque si alguien ha decidido arriesgarse a sacarlos al mercado con ese aroma… es porque sus resultados deben ser la leche. Sin embargo, la mayor parte del tiempo vivo en mi burbuja Jekyll del buen olor. Y hoy, en una carta alejada de lo contestatario o reivindicativo, vengo a compartir contigo qué cosmética que hace feliz a través del olfato.
Aqua Intense 72 h, de Rilastil. En mi afán por encontrar una crema hidratante básica que me funcionara bien para viajar, descubrí por casualidad (bueno, porque había flipado con su mascarilla facial homónima) esta maravilla que hidrata, huele increíblemente floral y acogedora y, además, no cuesta ni veinte euros.
Gel de Mimosa, de Lush. Fue el azar el que quiso que por casa rondara un envase pequeño de este gel corporal con olor a mimosa y acabase en aquel neceser para el hospital en el que, como toda parturienta primeriza, incluí muchos productos de más. Bueno, pues este gel no fue de más. El de este gel es el único olor ajeno a mi hijo que conservo de aquel transformador ingreso médico. Ya no se fabrica, y lo que queda lo dosifico como si se fuera a agotar mañana. Y sí, sé que eso puede suceder.
Marvelous Facial Oil, de Shiweed. Jamás pensé que me gustaría el singular e intenso olor de la cosmética natural. De hecho, la primera vez que probé este aceite facial, me mantuve firme en mi rechazo del aroma bio. Y, sin embargo, llegó Cris Romero (que, por cierto, el 23 de abril inaugura Ao mar: perseguindo a borraxeira, una exposición de sus increíbles fotografías en la igrexa da universidade de Santiago de Compostela) y me invitó a echar solo una gotita. Ese nimio detalle, que multiplica la vida útil de este delicioso aceite facial hasta límites insospechados, me reconcilió con todo lo verde que este sérum de algas tiene. Ahora, aplicarlo es uno de mis momentos favoritos antes de irme a dormir.
Total Effects SPF 15, de Olay. En este momento estoy compartiendo contigo mi crema fetiche desde hace casi veinte años. Aún teniendo acceso a grandes firmas cosméticas, vuelvo a ella una y otra vez porque soy una yonqui de su textura y de su olor. No me escondo. Si yo fuera Olay, dejaría de centrarme en explicar sus siete beneficios antienvejecimiento y empezaría a cacarear sobre las bondades de su aroma embriagador (que, en mi opinión, es el evento olfativo canónico de cualquier hidratante facial).
Knowing, de Estée Lauder y Eau de Toilette, de Paloma Picasso. ¿Hablar de olores que me cautivan y no mencionar ni un mísero perfume? Pues allá van dos de mis favoritos, ambos creados en los ochenta, que comparten un poderoso corazón Chipre. En traducción libre: van cargados a tope de pachuli, y no necesitan ayudas para llenar la habitación. Si te digo la verdad, echo de menos en la perfumería mainstream de hoy en día algún aroma capaz de igualar la determinación, independencia y soltura de cualquiera de estas dos fragancias (que aún puedes oler en muchos duty free de aeropuertos).
Météorites, de Guerlain. A su inconfundible aroma empolvado (es decir: talco y flores blancas como el jazmín o el nardo…) solo le gana en elegancia y singularidad su icónico envase. Estas perlitas iluminadoras son un tesoro sensorial tan solo reservado para quienes fantaseen con un acabado muy natural en el rostro.
Vita C, de Babaria. Vaya por delante que soy público cautivo de cualquier crema que trabaje la vitamina C a partir del olor de la naranja. Aunque el envase no me gusta nada (la ergonomía del dosificador es ciertamente mejorable), esta crema corporal es perfecta para las pieles muy secas y cumple con todas mis expectativas.
Russian Amber Imperial Shampoo, de Philip B. Este es otro de esos cosméticos que dosifico muchísimo porque me niego a gastar setenta euros en reponerlo y, al mismo tiempo, no puedo vivir sin él. Es un champú con un aroma floral/amaderado que permanece contigo varios días después de lavarte el pelo. Literal. Tu cabeza huele a ese pachuli embriagador y maravilloso. Como es sumamente perfecto, también resulta increíble para eliminar la grasa y dejar la melena ultralimpia (algo que, si te preocupa de verdad, aromas aparte, también logra de manera eficaz el H07 con sal marina de Modesta Cassinello).
En el armario cosmético de… Janira Planes
Si te interesa un mínimo la cultura de internet, seguro que sabes quien es Janira Planes, brand & social media strategist en la consultoría creativa HAMLET Strategic Makers y a quien, como buena picaflor digital, encontrarás en multitud de redes sociales polinizando al respetable con su contenido generacional. A menudo vemos a influencers senior hablando de cómo ellas abrieron paso para que muchas otras empezaran a despuntar; pues yo tengo la sensación de que la huella digital de Janira es digna de considerarla pionera en la reflexión de cualquier asunto Internet related. Especialmente el internet de las chicas.
Antes de comenzar con sus rutinas, comparto contigo un disclaimer que me ha enviado: “Antes de empezar con mi repaso, que verás que es bastante extenso, quiero decir que me hace una ilusión enorme que cuentes conmigo para esto. La belleza fue mi puerta de entrada en internet, cuando me regalaron mi primer ordenador a los 10 años. Aprendí con Isasaweis de muchas cosas, para después, con 12-13 años, adentrarme en el mundo del YouTube estadounidense para buscar desesperadamente remedios contra mi acné y aprender a maquillarme. Verás que menciono muchos productos, pero realmente son los que uso ahora, no necesariamente los que más me obsesionan. Soy de terminarlos hasta el final (si van bien), antes de comprarme nuevos”.
Háblame de tus rutinas cosméticas…
Cuerpo: Es la parte que tengo más olvidada, quizá. Me ducho con jabones de ph neutro e intento hidratarme con las cremas corporales de Clarins o Biotherm, pero muchas veces no lo hago porque se me olvida o voy con prisas. En la adolescencia usé mucha crema antiestrías para el pecho de Jeanne Piaubert, que me funcionó de cine. Ahora intento también exfoliarme con los guantes rugosos de ducha o con exfoliantes mecánicos para ducha, aunque no he encontrado “EL” producto. En verano subo las dosis de hidratación, crema solar factor 50 y entra en combate el aftersun.
En clave depilación, tras muchos años haciéndome la cera, me depilé todo el cuerpo con láser (de las mejores decisiones que he tomado) en los centros Único, que cerraron repentinamente y aún tengo un par de sesiones pendientes.
No me he hecho demasiados tratamientos en centros ni masajes, pero sí que he experimentado las mejores sensaciones en la piscina de sal de los baños de AIRE y soy fan de la sauna turca.
Uñas de las manos y pies: Estoy en fase minimalista. Uso fortalecedor de beter y me corto y limo las uñas cada dos semanas. En los pies, un pro tip: no usar nunca gel sino pintauñas normal, aguanta mucho y la uña sufre menos.
Pelo: Un poco igual que el cuerpo, aunque sufro de cuero cabelludo complicado y voy probando distintas cosas. Nunca le había prestado especial atención hasta que me decoloré todo el pelo para tenerlo blanco y durante ese año me volví experta probando de todo porque era eso o raparme para empezar de cero. Olaplex, Kérastase, remedios caseros… Me quedo con usar un champú sin sulfatos, mascarilla hidratante y el aceite de Kérastase Elixir Ultime. Y no tocarme el pelo más que cortarlo cada 3/4 meses para sanearlo, especialmente ahora que tras un año y medio he recuperado mi color natural al completo.
Estoy probando el oiling con aceite de romero (viral en TikTok), aunque soy poco constante y no sé si me encanta. También tengo una mascarilla exfoliante de Drunk Elephant que me hago una vez cada tres meses cuando recuerdo que la tengo, y uso champú anti-caspa dos de cada tres veces que me lavo el pelo (el de ISDIN es ideal, aunque la mayoría de veces uso H&S).
Rostro: Sigo una rutina de entre 4 y 5 pasos. He de reconocer que no es algo que cumpla cada día a rajatabla, aunque cuando lo hago tengo un día dermatológicamente impoluto.
Por la mañana siempre me limpio el rostro primero: ya sea con el limpiador para pieles mixtas de Cerave, o el que estoy probando recientemente de Fenty Skin (me compré la versión pequeña de sus productos para ver qué tal). Por la mañana sigo con la aplicación del mist facial de la marca coreana Hyggee, vitamina c (estoy terminando ya la de facegloss) y una crema hidratante, que ahora es la Hydra Vizor de Fenty Skin, que tiene factor 30 de protección.
Por la noche: Siempre empiezo también con limpiador facial, quizá después de haberme desmaquillado con un desmaquillante bifásico, para seguir con un tónico, ya sea el de Vinopure de Caudalie o el de Fenty Skin. Intento dos veces a la semana aplicarme Crystal Retinal de Medik8, y cuando lo hago, una hora después me aplico hidratante de The Ikney List. Sin no me aplico retinal, me pongo un corrector de manchas de cantabrialabs y ácido hialurónico de The Ordinary, para terminar con la rich cream de Fenty Skin si me noto deshidratada, o con la Smoothing Cream de Cerave si tengo más imperfecciones.
Pero no acaba aquí: no podía dejar de mencionar ciertas “pijadas” que me gusta decir, que son productos que también uso y adoro. Empezando por las mascarillas faciales o sheet masks. Se me han acabado, pero mis favoritísimas son siempre de Dr. Jart. Si tengo tiempo, me limpio la cara con el dispositivo de Foreo, siempre digo que es como hacerse una limpieza express en casa. Y recientemente he probado 3 tipos de “mascarillas” o productos de un solo uso que me han fascinado: el Firm Believer de Patchology, para pecho y cuello, la Daily Eyemask de streambase (una mascarilla de ojos que se calienta hasta 40 grados cuando la abres, generando una sensación de relax increíble) y los eye patches de MASQMAI, que los uso por las mañanas los días que tengo reuniones importantes, charlas o eventos.
Y ya para rizar el rizo, me gusta decir que siento que estamos en la stick it to your face era. Es decir, en la época de oro de engancharse productos a la cara. Mi rutina, antes de dormir, en los días que estoy más inspirada consiste en ponerme unos parches en la frente para levantarme sin las arruguitas del entrecejo marcadas, un parche de starface si tengo algun granito más interno que me duela, revisarme la cera de los oídos con OtoNexca (#TikTokMadeMeBuyIt) y lo más revelador hasta la fecha: dormir con la boca tapada y una tira nasal. Nunca he descansado mejor.
Maquillaje: Soy bastante minimalista. Uso eyeliner marrón de Kat Von D o Sephora, máscara de pestañas de Clinique, corrector de Milk (a veces, sobre todo antes de la regla que mi piel está más descompensada), colorete de la colección Naked de Urban Decay, y me encanta el lip combo de Pillow Talk de Charlotte Tilbury. Si tengo prisa, solo Liposan Cherry Shine.
Perfume: Hasta hace un par de años era devota a Givenchy Ange ou Demon, hasta que empecé a descubrir la perfumería de autor y a investigar sobre empresas como Hunky Dory Laboratory, que pude visitar este verano pasado en San Sebastián. Vivo obsesionada con las posibilidades que ofrece el layering en el mundo del perfume. En Hunky Dory me compré MyLo de Laboratorio Olfattivo y me enamoré de Santal Du Pacifique de Perris Monte Carlo (base de madera deliciosa). Desde entonces tengo cuenta en Fragrantica y me voy apuntando perfumes y descubriendo notas, combinaciones, opiniones… Me encanta también lo diferente que es Lost Cherry de Tom Ford, por ejemplo, y el poso que deja incluso después de ducharte. Me compré Trésor porque la asocio con mi madre y fue su colonia de la adolescencia. En mi trabajo he hecho investigación cultural también sobre el perfume y vivo con la ilusión de poder desarrollar alguna vez un perfume para alguna de las marcas con las que trabaje.
Medicina estética: Llevo dos años y medio en los que no me hago nada más que disolverme el ácido que me pusieron una vez en el bigote para difuminar mi sonrisa gingival, que siempre había sido una inseguridad para mí. Antes, me había puesto baby botox en el entrecejo y la frente para disimular las arrugas que se me hacen al fruncir el ceño, pero me di cuenta de que perdía mucha expresividad, que era mucho dinero para lo que me duraba (solo un par de meses) y dejé el tema aparcado. También entonces me puse ácido hialurónico en los pómulos para darle más forma a mi cara, pero no he querido volver a hacerlo porque me veo en fotos y me da la sensación de que parezco hinchada.
Con este tema siempre tengo dudas y contradicciones: no voy a mentir a nadie, veo la cara planchada de Ares Aixalà o Alex Rivière (o incluso de la Reina Letizia) y me parece que están guapísimas (me da la sensación que he visto tanto este tipo de rostros en Instagram que los he normalizado), pero a la vez me genera tristeza. Luego entro a TikTok y alguien está hablando de que en realidad ser inexpresivas puede beneficiar a las mujeres para no mostrarse tan vulnerables. El siguiente TikTok que veo es el de una chica que tiene que usar una pajita especial porque el bótox que lleva en el labio superior no le permite beber de manera normal. Utilizo el filtro de TikTok en el que me veo mayor y pienso que ojalá llegar a ser una viejita arrugada. Todo esto en un periodo de 10-15 minutos. Es complicado. Pero por ahora voy a seguir echándome cosas a la cara para suavizar expresiones y más adelante (tengo 27 años), ya veré qué hago.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. ¡Qué complicado! Probablemente la barra de labios de Liposan que he mencionado antes, un mist facial y la loción hidratante de CeraVe que funciona tanto para cara como para cuerpo. ¡Y protector solar, claro! Aún no he encontrado mi favoritísimo. Igual le robaría a mi madre el suyo de Lancôme.
Producto con hype que fue un total bluff. No recuerdo un nombre en concreto, pero mucha de la cosmética natural me parece (por desgracia) un bluff. Soy muy crítica también, por las sensaciones que me generan, con los labiales y las máscaras de pestañas. Si los siento incómodos, no tengo reparos en tirarlos.
Un olor cosmético sin el que no puedas vivir. Son dos, que no sé definir muy bien: el olor a maquillaje que queda incrustado en los neceseres de tela, y el olor a limpio de limpiadores y cremas ligeras. Me hacen sentir cómoda, una sensación de familiaridad y de que todo está bien (incluidos los productos que estoy usando) que me hace feliz.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Lo que menos me gusta es, a su vez, lo que también disfruto más: las novedades constantes. Muchas veces llevan a consumir por consumir, a generar adicciones, inseguridades y en el peor de los casos, trastornos; pero es también interesante aprender a desarrollar olfato para ver qué se va a quedar, qué es interesante probar, y qué dice de nosotros como sociedad todo lo que va surgiendo.



La hierba recién cortada, la lluvia en la tierra seca…olores puros de rosas, lilas, mouget, jazmín, los pliegues del cuerpo de un bebé, la tripita de un gatito. Recuerdos olfativos que no se pueden reproducir en cosméticos ni enviar por teléfono por inteligente que sea. Me encantó el artículo y me apunté varios productos recomendados
Cualquier producto de aesop me hipnotiza. Por ejemplo: Geranium Leaf Body Scrub, huele increíble y deja la piel… o el jabón de manos con arena Resurrection Hand. 🧡✨