El salto generacional
¿Las muchachas de la generación z están tratando de hacernos sentir viejas a las milénicas por nuestras costumbres? Ok, boomer, dicen las Sephora Kids.
Hace dos meses me vi llegando a la oficina con unas Samba de Adidas y unos calcetines azules altos de JW Anderson. La escena no tendría ningún tipo de repercusión si no llevase, además, un vestido azul corto y la calle no ardiese a unos trescientos cincuenta grados. En el infierno corre más brisa. Pero yo iba bien, con mis tobillos protegidos, como manda la tendencia.
Ese fue el último día que quise congraciarme con las jóvenes de la generación z que, según insisten en TikTok, llevan siempre calcetines altos (sí, también tengo los blancos de rayas de Adidas) en lugar de los tobilleros con los que pasan los días las viejas milénicas. No sé por qué me resisto a incluirme en el grupo de las viejas milénicas que meten un poquito de camiseta por dentro del pantalón (en la parte frontal y/o lateral), que es mi lugar natural. Si, al final, siempre nos veo más lógica: ¿no será mejor ponerse sandalias y dejar la altura de los calcetines para cuando la temperatura, como las recetas de las abuelas, lo vaya pidiendo? Pregunto.
Poco después de que el espejo del ascensor me escupiese a la cara mis ansias por aprehender la capacidad de regeneración celular de una genzer, vi también en TikTok (en casa es vox populi que tengo un problema) que la muchachada se pone pecas con un ramillete de brócoli, que lleva la raya del pelo siempre en el centro, y que a nosotras nos identifican fácilmente, porque la nuestra está a un lado. Mira, yo con la dirección en la que me crece cada cabello no puedo pelearme. Con mis pecas naturales tampoco. Eso sería matar mosquitos a cañonazos. ¿Acaso nadie nos va a reconocer que hayamos sobrevivido sin secuelas psicológicas a las planchas onduladas y a la raya en zigzag?
En busca de consensos que tiendan puentes entre ambas generaciones, las que saben donde estaban cuando cayeron las torres gemelas y las que no recuerdan la desafortunada broma de George Bush Jr. buscando las armas de destrucción masiva de Irak en un cajón de la mesa del despacho oval, me encontré con el universo Birkenstock. Como fiel acólita, reconozco que es un calzado tan feo y tan cómodo que solo puede suscitar acuerdos, aunque las Arizona y las Madrid sean milénicas y las Boston más generación z.
Recuerdo perfectamente cómo mis padres y mis abuelos me miraban con cierto espanto cuando vestía pantalones rotos, o tan largos que al final los bajos se arrastraban por el suelo. ¿Quién no es hijo de su generación? ¿Quién (que no se llame Lenny Kravitz) es hijo de varias? Yo he abandonado los calcetines altos durante las olas de calor, pero seguro que las alfa, que ya han conquistado los mostradores de skincare de Sephora (para pavor de todas las demás y también de los dermatólogos y la industria juguetera), pronto tendrán algo que decir al respecto. Te hablo de niñas que con once años ya tienen una rutina facial establecida. Te hablo de una cuota de mercado de más de cuatro mil millones de dólares. Te hablo de un sistema capitalista que no está dispuesto a perder ni un céntimo de cuota de mercado. Aún a costa de nuestra salud. Al final, lo de los calcetines altos es lo de menos.
En el armario cosmético de… Cris Romero
Conocí a Cris Romero a través de nuestra amiga común María Porcel (a quien, por cierto, he de invitar pronto a pasar por esta newsletter). Nuevo talento Fnac de fotografía 2023, la obra de Cris encuentra un insólito y precioso vórtice entre dos mundos gallegos: el de las mariscadoras y el de la magia. Los captura ambos en la misma imagen con una maestría que en pocos he visto. Además, es una amiga excelente, una compañera de comidas bárbara, una conversadora amena y sensata, una generosa compañera… y próximamente una abuela feliz.
Háblame de tus rutinas cosméticas… La única rutina que mantengo es la de limpiarme la piel por la noche. ¿Pereza? Toda. Ojalá alguien que todas las noches lo hiciera por mí. Ese superpoder y el de teletransportarme serían mis dos primeros deseos al duende de la lámpara. Utilizo la limpiadora jelly de Quinque. He probado muchas. Como esa, ninguna. A la altura de la famosa Eve Lom que utilicé muchísimo en mis 30 y 40 ( ya estoy en los primeros peldaños de los 50).
Por la noche, llegue como llegue, limpiadora. Una vez limpia aplico un sérum de Arturo Alba, el Dmae, y después estoy abonada a otro de Shiweed que acaba de salir. Un superconcentrado de algas de la Costa da Morte, con aceite de camelia y eucalipto que algo llevará, porque todo el mundo me pregunta qué me he hecho. Dos veces en semana aplico lo nuevo de Arturo Alba (sí, otra vez, de los que mejor fórmula para la piel en España) de la doble exfoliación. Primero se aplica una exfoliante física amarilla, tan buena o mejor que la famosa del tarro azul, que es espectacular también. Y luego con la piel bien seca una ampolla del producto químico.
Por la mañana, limpieza de nuevo con otro limpiador nuevo en espuma de Quinque, el Dmae de Arturo, Shiweed y pantalla total. Esto es innegociable. Ojalá me hubieran hablado del sol cuando tenía 20 años, ahora no tendría las manchas que tengo.
Además, de 5 años para aquí he desarrollado una alergia al sol (más que al sol a la exposición total) que me produce una dermatitis y unas ronchas que no le deseo a nadie. Así que recomiendo PANTALLA,PANTALLA,PANTALLA y en la playa una camiseta de manga larga anti uv.
A diario, para el maquillaje uso pantalla con color, máscara y, si acaso, un poco de barra de labios. Si salgo porque he quedado o porque simplemente me apetece, dependiendo del día, puedo usar una ampolla de Germinal que uso desde que iba a la universidad (en qué momento pensaría que me hacían falta) y ahora he probado una mascarilla de Natura Bissé, Essential Shock Intense, que te la pones, la dejas 20 minutos, y es como si hubieras dormido ocho horas con masaje. Aprovecho para pasarme un rodillo de jade mientras la tengo, pero si no te lo pasas, también vale.
Desde hace veinte años, soy muy fan de la base de maquillaje de Armani Luminous Silk (en el tono 5,5). Ahora tienen otra que también es súper top y que da efecto buena cara, Designer Glow (ahí uso el tono 2,75). Cubre, cunde muchísimo y te deja ese efecto glow maravilloso. Modesta Casinello me recomendó el concealer Forever Skin Correct, de Dior. Ella siempre luce bien y, si algo le funciona, voy de cabeza. Uso también la máscara de Pat McGrath, lápiz de cejas de Lab Room, polvos de Armani o los Laguna de Nars, y para los labios Dragón Girl de Nars. Tengo varios repartidos en el bolso, neceser, baño etc. Ahora he comprado uno de Pat que si es el color que promete ya tendré mis dos rojos favoritos. Es el único que me da efecto buena cara. Un rojo con base azulada, que he comprobado que son los que mejor me sientan.
Para el cuerpo vuelvo a ser vaga. La crema de Kiehl’s amarilla es la mejor, para mi gusto. La única que deja mi piel perfecta. Compro el envase grande reciclable y relleno un frasco que me regalaron dosificador. Tampoco falta nunca la Nivea del bote azul y la lata azul, pero en invierno me hidrato pocas veces.
En cuestión capilar, me he dejado las canas. A veces pienso que no debería, pero pienso en volver a la peluquería cada mes al retoque y sé que no me da la vida. Tengo una agenda dispar y Manu de Nim Salón no está para que le deje plantado. En pandemia, supongo que como todas, empecé a dejarlas y a mezclarlas con mechas rubias y ya desde diciembre pasado se acabó. Corté, igualé y ahora solo voy a cortar. Muchas me alaban por la decisión, pero nadie da el paso (porque dicen que envejece), al menos en mi círculo más cercano. A veces me arrepiento, no te digo que no, pero luego… una buena ceja maquillada y un labio rojo y adelante. ( el pelo tan claro necesita que la piel vaya perfecta y un poquito de color). Tengo el pelo mejor que nunca. También influye que se acabaron los champús que prometen y nada. Hace mucho use los de Philip B. Ahora no salimos, y digo no salimos porque en mi casa se niegan a otros, de los de mi amiga Modesta Casinello. Formula para el cabello como nadie. Uso el 3 y el 4 de manera habitual y el 7, el famoso champú de la lata, una vez cada diez días o cuando veo que mi pelo necesita una limpieza extra. También uso su mascarilla y el s-erum para las puntas. Mis chicos en casa, el 1. Uso un cepillo de Mason Pearson. Increíble. Lo tengo desde hace más de diez años y está como el primer día. Inversión amortizada
Soy muy fiel a los perfumes. Pero mucho. Durante mucho tiempo usé APOM de Francis Kurkdjian, Routhe du thé de Barneys y Eau de Jade de Armani Privé (desde que salió al mercado). Con tan buena suerte que en el 2019 todos dejaron a la vez de fabricarse. APOM parece ser que se relanza ahora en septiembre pero no se si será igual. Ahora uso en invierno Eyes Closed de Byredo y en verano raciono las muestras que me quedan de Jade y las alterno con Bergamote 22 de Le Labo.
No me pincharía ni haría cirugía salvo fuerza mayor (accidente) pero sí que quiero conocer al doctor Tsagaris. Me han dicho que una sesión son diez años menos. Pues igual hay que pensarlo. Pero por verme con el efecto de la mascarilla que antes he dicho o la ampolla de germinal puesta. Ojos despejados y bien. Con el tiempo…me ha hecho falta llegar, he pensado que mis arrugas son las que son, no hay otra. No puedo pretender parecer una chica de 20, ni quiero. Cada arruga me la gané a pulso, y si bien es cierto que con la exfoliación y la pantalla consigo que se vean menos, vienen conmigo de serie. Como las del cuello. Tengo los anillos desde bien jovencita. Qué le vamos a hacer. Me ha costado tiempo entenderlo, pero ya estamos aquí.
No estoy en contra de rellenos ni vitaminas pero pienso que al final las caras se deforman y todas son iguales. Baste un vistazo a las redes o la calle para darte cuenta de quien está y quién no operado. Y, chica, como que no. ¿Que quiero verme bien? Pues como todas, pero se hace lo que se puede.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. Después de contarte todo lo de arriba… pues creo que un producto con pantalla solar muy hidratante y un aceite multiusos que valiera para el cabello, la piel, etc. escondida me llevaría la Neoviderm, que he conocido este verano y ha salvado mi piel de la alergia y la dermatitis
Producto con hype que fue un total bluff. Cuando andaba en los 30 le pregunté a un amigo mío médico que cuál era la mejor crema, o cuál usaban sus hermanas. Me recomendó la de La Mer. Un dolor. Cara carísima y era como Nivea. A ver, igual no, porque entiendo que los compuestos que lleva no son los de la lata azul, pero por lo que cuesta no merece la pena.
He probado la de Augustinus Bader y tampoco me ha dejado convencida. Los del elefante pues tampoco. Venga a verlos en redes, fui, probé y me quedé igual. Los anticelulíticos… cualquiera de ellos … nada. Otra tomadura de pelo. Ya podía haberlo sabido antes. Llevo años sin comprar, pero no volvería. Como dice una de las bolsas de las Laconicum: la celulitis no se quita. Al menos, con cremas, no. Un buen Vela Shape ayuda y mucho muchísimo pero hay que ser constante y gastarte el dinero. s.
¿Cómo es tu relación con las siguientes generaciones? Poseo la fortuna de tener nuera y sobrinas, además de mis hijos, que me informan de las nuevas tendencias. Estar rodeada de tanta gente joven es maravilloso. Adopto y sumo a mi armario o estilo de vida las que creo convenientes, me resultan cómodas y favorecedoras. Dicho esto, lo he comentado con mi nuera y ella opina que voy muy moderna siempre, incluso en ocasiones más que ella con 32. Me encantan las deportivas, tengo varias de Adidas, Converse de lentejuelas…y las Birkenstock. Adoro usar faldas largas maravillosas con ese tipo de calzado. Vaqueros rotos, tengo unos Current Elliot de 2010 que compré cuando aún no se llevaban, y saco y guardo en el armario en función de la temporada. Igual que unas moteras del 2008 de Miu Miu que siguen estando al día. Me gusta que ellas me pidan ropa y bolsos y ojalá poder donar todos esos stilettos que ya no me pondré. No me veras con crop tops ni en pantalones culotte. Quiero ir bien, moderna y favorecida. Es verdad que el 99% de las veces voy de negro pero, incluso ahí, con un toque que aporte frescura. Me gusta, y tanto ellos como ellas opinan que está genial luego algo haré bien.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Me molesta que me vendan productos y me líen con la composición. Sé claro. Esto vale para esto, esto y esto. Con tantas marcas, casi hay que hacer un Excel entre los exoxomas, retinal, retinol, glicólico… y la última flor del Everest o el extracto de las gotitas del Rocío de la última luna del año. Ya está bien.
He aprendido, gracias a amigas como tú, o Modesta y alguna más, cuáles son los compuestos y qué funciona y qué no. En España iría de cabeza a Arturo Alba, y Cantabria Labs (la línea de Endocare o Zo). Formulan bien y funcionan. En cosmética, Natura Bissé me chifla también.
Algo que también me molesta, pero mucho, es el tipo de modelos que utilizan para venderme una crema, de veinte años o alguno más. Pero, vamos a ver, ¿quién paga la crema? ¿a quién va dirigida? ¿Necesito a una mujer superjoven para convencerme que el aplicador de Dior para el entrecejo, que cuesta noventa euros y es como un Botox de cenicienta, funciona? No. Ya supongo que en esa edad, sí. Quiero ver mujeres que lo usen y digan si vale o no o sólo para un par de horas. Ya decidiré si invierto o no. Esto me enfada muchísimo.
Cuando he visto mencionada la raya en zigzag no he podido evitar una carcajada. No había vuelto a pensar en ella. Quiero pensar que al menos rompíamos de alguna manera con lo establecido, un pequeño desvío, porque para las líneas rectas ya estaba la vida que nos esperaba un poco más adelante. Y a ver quién se la pone ahora…
me encanta este blog, lo leo cuando puedo y siempre trae algo grato.