Empecemos por los pies
Cómo cambié de talla y entendí que priorizar la comodidad es apostar por una misma
La genética no me dotó de un pie ‘sencillo’. Mi 41 tan ancho como mis gemelos quitaba de mi alcance zapatos con el empeine muy bajito y botas de cremallera con caña alta. Sea como fuere, sorteaba mis limitaciones un poco como hacemos todas: saltándome una tendencia aquí, otra allá, recurriendo a clásicos de fondo de armario cuando podía… y teniendo a mi alcance cientos de tiritas (al cielo con las Compeed).
A lo largo de mi vida he visto a muchas mujeres a sufrir por sus pies. El 99% de personas que conozco que padecen o han padecido por los juanetes son féminas. Y eso, permíteme el razonamiento tan básico, solo se puede deber a que desde muy jóvenes nos han bombardeado con imágenes aspiracionales de zapatos con tacones infinitos y hormas estrechísimas y puntiagudísimas. En un giro inesperado de los acontecimientos, muchas creímos que eso era empoderador en lugar de limitante. Nunca pensamos en que si estuviéramos en peligro, lo tendríamos más difícil para echarnos a correr. O que una mínima gravilla mal puesta sobre el asfalto nos llevaría a caernos de bruces. Que se lo digan a las modelos que, temporada tras temporada, se suben a los andamios que algunos hombres (casi siempre son hombres) que diseñan creen que les sientan bien (spoiler: acaban con los pies morados).
Sin embargo, no es de eso de lo que quería hablar, sino de cómo durante mi embarazo y debido a la relaxina (tranquila, embarazada: no a todas las mujeres les ocurre) mi pie creció conmigo. Aquel hermoso 41 que no entraba en todas las hormas pero que, he de reconocer, me había acompañado con fortaleza durante tantos años, decidió aumentar una talla, hasta los veintisiete centímetros de longitud. Seguía siendo ancho, por supuesto, pero en este caso la dificultad añadida consistía en que el dedo gordo no tocara la puntera del calzado, y el talón no se quedara en carne viva a cada paso.
En un movimiento no exento de dificultades, me vi obligada a vender todo lo ‘bueno’ (es decir, lo caro aunque dudosamente cómodo: YSL, Louboutin, Blahnik, Chloe…) y renovar mi armario. Afortunadamente, estamos en la era de las zapatillas deportivas, y no solo encuentro número, sino también un confort que durante mis años en revistas femeninas solo hallaba en contadas ocasiones. He dejado de ir a las zapaterías, porque en muy pocas tienen algo que pueda vestir. He dejado de pensar en las tendencias, más allá de las deportivas. (Casi) he dejado de soñar con stilettos que desequilibran mi punto de gravedad. Y tengo tres o cuatro pares de calzado extra con lo que sobrevivir en los eventos.
Nada como encontrarse acotada para entender la big picture. Estamos criando a nuestros hijos con esa idea de que el calzado ha de ser respetuoso [que es una forma buenista de hablar del barefoot], con la suela ancha y fina, sin drop (es decir, exento de tacón) y sin contrafuertes (con puntera y trasera blanditas). Mientras esperamos que los podólogos nos estén orientando bien para que la siguiente generación crezca libre de juanetes, ¿no podríamos intentar emularla un poquito más en lugar de suspirar por el siguiente kitten heel? En mi caso, ya te he dicho, no hay problema: los kitten heel no tienen mi talla.
En el armario cosmético de… Lorena Bembibre
Lorena es una de esas personas que, desde el mismo momento que la conoces, sabes que quieres tener en tu vida sí o sí. En su voz hay calma y sensatez, pero también emoción y optimismo. Un cóctel adictivo para mirar a la vida con felicidad, si me preguntas. Sus más de 40.000 seguidores en Instagram pueden confirmar, además, que lo suyo con la lectura no es pasión de un día. Es lectora ágil y voraz, pero también muy analítica. Como buena gallega, espera al final para juzgar lo que ha leído, y siempre ejecuta con mucha prudencia. El caso es que, además, es una gran apasionada de la cosmética, y como médico, sabe de qué habla cuando habla de algunos ingredientes.
¿Sigues alguna rutina cosmética? Creo que soy la persona más entregada a las rutinas cosméticas. Tengo una genética buenísima, pero me lo curro un montón. Doble limpieza por las noches, ahora estoy con aceite de Nuxe y emulsión limpiadora Kiré de Gema Herrerías, y espuma limpiadora de Facegloss por las mañanas. A continuación, me aplico la loción de azelaico de GH y contorno de ojos Densitium de SVR. Por la noche alterno sérum de péptidos de GH con Retinol de Arturo Alba. Mi piel es bastante reactiva, así que ahora estoy probando un nuevo sérum de Cantabria labs de la línea Skin Resist, Sensage Serum, que la verdad es que me va de cine. Por las mañanas antes del sérum, invierto en Esencia triple H de GH. Después, alterno C E Ferulic de Skinceuticals con el DMAE de Arturo Alba. Finalmente, por la noche me pongo la función barrera de GH y por las mañanas el protector SPF 50+ de la misma marca.
Casi no me maquillo, pero uso la crema de color tono Lola de GH y después colorete Orgasm de Nars. Uno de los grandes descubrimientos fue la brocha Kabuki (gracias a Paloma Abad, no sé si te suena…) que vale su precio en oro. Por último, brillo de labios también de Nars.
Las cremas de manos son otra de mis obsesiones. Mi amiga Lucía me regaló una vez por mi cumple un neceser lleno de cremas de manos y fue uno de los mejores regalos que me han hecho nunca. Las tengo de todas las marcas, pero mis favoritas son de Aesop y L:A Bruket (la de perfume de salvia, romero y lavanda es alucinante).
También soy súper disciplinada con la crema de cuerpo. Ahora alterno entre la Mixa, que me encanta por la textura, y la Eight hour de Elizabeth Arden que ha sido mi último descubrimiento gracias a Cris Mitre.
Mi colonia desde hace más de 20 años es Happy de Clinique, creo que me corresponde alguna participación en acciones de la marca. Solo cambio en vacaciones, me pongo la Limone de Laboratorio Olfattivo, o en alguna ocasión especial en que uso Escale à Portofino de Dior.
Como desodorante utilicé durante años los de spray de Dove pero ahora soy fiel al desodorante en crema de Lancaster.
Como champú utilizo el Bain Divalent de Kérastase y el acondicionador de volumen de Moroccanoil. Como jabón de cuerpo estoy enamorada del Huile Lavante de SVR.
Addendum: utilizo “san Matricium” cada vez que las cosas se me van de madre. Cuando se me irrita la piel (suele ser si me emociono con la vitamina c o el retinol), paro en seco y durante unos días solo limpieza, contorno, Matricium y función barrera. Y se me queda maravillosa.
Y, como resumen, la calidad-precio es importante, busco por principio activo, pero la sensorialidad manda. Las cosas me entran por el olor. Ya puede ser oro puro que si no me gusta textura y olor, no es para mí.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. Si solo pudiese llevar uno, obviamente sería la crema protección 50. Con mi fototipo y en una isla, sería una cuestión de supervivencia. Pero mi colonia, mi colorete (nunca sin mi brocha Kabuki) y un poco de seda dental y dentífrico me harían sentir muy feliz
Producto con hype que te pareció un total bluff. No sabría decir uno concreto, pero no creo que estén justificados los precios de la alta cosmética. Yo me he pasado a la dermofarmacia y me siento mucho más cómoda con la relación calidad-precio.
¿Qué importancia crees que tienen los pies en la belleza femenina? No sabes qué ilusión me hace que me haya tocado la newsletter de los pies porque soy una auténtica fanática. Son mi parte favorita del cuerpo y me encanta cuidarlos. Los tengo súper secos y me pongo cada noche crema. Hace poco he descubierto uno en roll-on que me chifla porque puedo aplicármelo en la cama sin pringarme las mano. Es el Neusc pies.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Como consumidora de la industria desde hace muchos años, me fastidia que se imponga la estética frente a la salud. Esa tiranía del verse joven, imponiéndonos modelos de 20 años haciéndonos creer que tienen 50, sobre el tener una piel saludable y protegida de la radiación solar. Creo que desde que las consumidoras entendemos más de principios activos hay un poco más de transparencia, pero yo crecí con la falsa promesa de la juventud eterna sin saber nunca de qué estaban hechas las cremas. Aun así, creo que las cosas van mejorando y cada vez tenemos más información y somos más poderosas.
Este post es para guardarlo bien, Lo, tiene un master en dermocosmética, yo aprendo muchísimo con ella.
Mi hija q con 16 mide 1.80 vive cabreada con el mundo pq no encuentra "zapatos escolares" del 42 y tiene q llevar zapatos de cordones... no existen unas manoletinas del 42! (Al menos en UK)... Ah y mi solución al tema zapatos en saraos fue el descubrimiento de la plataforma... loadas!
Nota: médicA de familia, porfa... el lenguaje hace la realidad.
Besos
Di