La mentira de una nos afecta a todas
¿Por qué esconder que nos sometemos a determinados pinchazos para ayudarnos con la estética puede ser contraproducente a largo plazo?
Hace un par de días hablaba con mi amiga Silvia de lo mal que nos hace ver a tantas celebrities enganchadas a la semaglutida en silencio. ¿Por qué sabemos que están dándole a la inyección milagrosa (pronto pastillita) para adelgazar? Porque su cambio físico salta a la vista para cualquiera, no es que seamos Miss Marples a la caza y captura de dietas sospechosas.
Silvia, que es muy lista, comparaba este mutismo con respecto al tratamiento con Ozempic, que te ayuda a perder el apetito, con el que aún sigue generando para muchas el uso de toxina botulínica o ácido hialurónico a la hora de reafirmar, quitar arrugas y redimensionar su rostro. ¿Hay algo de malo en adelgazar o rejuvenecer la cara con ayuda médica? Por supuesto que no. Entonces, ¿por qué se esconden? ¿Por qué lo niegan?
En esto, creo que sería una buena idea aprovecharnos de un mantra que se recitan a sí mismas las mujeres que están en plena retirada respetuosa de la lactancia materna: no ofrecer, no negar. Me explico con los dos ejemplos combinados: igual que no necesitamos que Luis Miguel o Lady Gaga convoquen una rueda de prensa de manera voluntaria para justificar por qué demonios les faltan repentinamente veinte kilos (que antes tenían) a cada uno, si alguien le pregunta a Demi Moore o Jennifer López cómo han conseguido ese rostro tan joven a los sesenta y cincuenta, respectivamente, tampoco deberían negar que en su vida hay algo más que una alimentación saludable y ejercicio diario, que los habrá. Tienen en marcación rápida a un profesional de la estética que sabe muy bien lo que hace. Y, en el caso de la Moore, probablemente también una fantástica blefaroplastia (que es un procedimiento que me tiene obsesionada, por los increíbles cambios que genera en el rostro, y con el que el algoritmo de TikTok me alimenta a diario).
Creo que es contraproducente alimentar la fantasía de que todos esos cuerpos esculturales y esos rostros que viven permanentemente en un perfecto limbo de edad son absolutamente naturales, porque puede llevarnos a transitar ideas peligrosas. Podemos acabar generando frustraciones estéticas cada vez más tempranas, corremos el riesgo de caer enfermas (dismorfia, anorexia, bulimia, etc.) y acabar sometiéndonos a intervenciones poco satisfactorias (y peligrosas) a la hora de alcanzar un inasible ideal de fantasía. O, qué se yo, de repente nos descubrimos celebrando la belleza real, más parecida a la nuestra (aunque siempre más canónica) y por tanto más alcanzable, de un modo tan efusivo que parece que quien recurre al bótox o viste una talla treinta y cuatro es poco menos que un holograma sin mérito alguno. Un haragán de la naturaleza. Un desertor del estoicismo estético.
En cualquiera de esos casos (tan plausibles que podrían ser reales), lo que queda patente es que seguimos presas de nuestros cuerpos y de nuestras edades de una manera dudosamente saludable. La sociedad en su conjunto ni sabe ni quiere abrazar a todas las tallas por igual, ni soplar todas las velas con la misma ilusión, ni celebrar la medicina estética bien hecha. Basta ver el silencio administrativo (o la negación) alrededor del Ozempic.
Por cierto, el tema de la semaglutida lo abordé recientemente en un texto para la revista Elle, donde fui jefa de belleza invitada. Te lo comparto por si te has quedado con ganas de más.
En el armario cosmético de Miriam Hernanz…
A Miriam la conocí hace muchos años, en la despedida de soltero de un amigo común, e hicimos match desde el primer chascarrillo. Es una de esas personas luminosas, divertidas, generosas y siempre disponibles (menos para el club de lectura, al que no viene nunca) que todos queremos tener cerca. Si alguna vez veis esa melena encendida por la calle, con sus inconfundibles labios rojos, no dejéis de saludarla.
Háblame de tus rutinas cosméticas… Como pelirroja ("¿eres pelirroja natural?", la frase que más he escuchado en mis 40 años de vida) temo al sol más que a la inflación y he llegado a sufrir quemaduras graves pese a estar usando crema de alta protección. Por eso, a diario, sea cuando sea, primavera, verano, otoño, invierno, madrugada, media mañana, primera hora o noche cerrada, siempre, siempre uso crema solar. En concreto, desde hace ya varios años, empleo SIEMPRE de ISDIN Fotoultra 100 Solar Allergy Protect SPF 50+. Me diréis: ¿crema para alergia al sol? Yo eso no lo necesito. Os equivocáis. Es la única crema con la que tienes la seguridad de que no te salen manchas, pero sí pecas. Mi marido, moreno curtido, la usa ya a diario para prevenir manchas, después de varios desencuentros con el astro rey. Es una crema muy líquida, que se extiende bien y sí, tarda en absorberse si te echas las cantidades que me echo yo... pero merece la pena: PREVENIR.
Para mí lo más importante es la hidratación, lo hago especialmente bien en rostro y pelo aunque tiendo a ser muy dejada en el resto del cuerpo. Voy variando pero una línea hidratante facial que me encanta es la de Hydrabio de Bioderma. Es densa y rica al extender, especial para pieles secas como la mía. Después de la hidratante, va la solar y a partir de ahí festival de variaciones según el día y estado de ánimo.
Soy defensora del eslogan 'Cuanto más cansada, más pintada', así que mezclo siempre la base de Nars Sheer Glow Foundation con la crema buena cara de Mac Strobe Cream Hydratant Lumineux. No hay forma de que mi día vaya bien si no uso un labial rojo, últimamente me decanto por permanentes, pero al final me resacan mucho. Rojo piruleta, rojo cereza, rojo amapola, rojo geranio, rojo semáforo, rojo, rojo, rojo. Mi favorito... no puedo elegir. Son muchos, de marcas sin duda NARS, DIOR, Mac y Maybelline. Para rematar el básico, un buen colorete. Nars de nuevo. Aunque a un iluminador de Benefit como What´s up no le haré ascos nunca.
Últimamente mi rutina empieza con el sérum de vitamina C de La Roche Posay, pero si no tengo a veces uso ampollas Martiderm, las super hidratantes. Para desmaquillar, agua micelar y el limpiador de aceite espumoso hidratante de CeraVe. Muy suave, la piel queda limpia pero hidratada. Fundamental también el contorno de ojos, pero para eso soy más perezosa, me gusta reír que se me marquen las arrugas no es problema. He usado muchos contornos y ninguno me termina de encantar, pero el básico de CeraVe es sensacional.
En cuanto al pelo, de nuevo nutrición, pero al tener tanto estrés las dermatitis son habituales. Me sienta genial el champú de jengibre de Body Shop y lo alterno con el champú de manzanilla de Klorane y de Wella, la línea color, tanto mascarilla como champú. He empezado a usar polvos voluminizadores de got2b y ay diosito, que maravilla de peinado siempre perfecto.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. Crema solar, en el cuerpo me gustan mucho las de Delial, la línea Sensitive Advanced. En la cara, ISDIN Fotoultra 100 Solar Allergy Protect SPF 50+. En verano, me permito sentir que hasta yo puedo coger color y uso también de BIODERMA el protector Photoderm Aquafluide, tono dorado (¿POR QUÉ NO? HAY QUE VENIRSE ARRIBA).
¿Qué producto con hype fue un total bluff para ti? Es probable que me mates, pero el sérum Advanced Night Repair de Estée Lauder para mí es la nada...
¿Qué opinas de la gente que usa, pero niega usarlos, Ozempic y Botox? Es igual que el que no reconoce sus años, absurdo.
¿En qué te fijas a la hora de comprar SPF y qué tipo de uso le das? Me fijo siempre en factor UVB, UVA y textura. Que tenga color o no, no es prioridad pero me cuestan esos colores que son tan neutros, para eso prefiero blanco. Me preocupa muchísimo el envejecimiento de la piel, no por las arrugas sino por las enfermedades.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Las tendencias y sentir últimamente la exigencia de tener que conocer todos los principios activos. No quiero ser boticaria, quiero que me cubran las necesidades de piel hidratada, luminosa, protegida y sana. No me gusta la sensación de sentir culpa por todos los pasos INDISPENSABLES que siempre nos van sumando a las rutinas y que no hay forma humana de cumplir; no me gusta el hábito en el que caemos a menudo en escuchar más a la tendencia que a lo que tu piel te dice.
Como bien sabes, nunca he negado todo lo que me hago… ni lo haré. Es más ¡me cuesta mucho esfuerzo y dinero como para no compartirlo! Como periodista, he tenido que aguantarme la réplica mordaz a quien me decía que nunca se había operado tras verle las cicatrices de la blefaroplastia mientras le maquillaban o quienes me aseguraban que el secreto de la dieta era beber mucha agua mientras veía cómo sólo movían - pero no comían - la comida del plato. Y, ¡qué rabia da, demonios, qué rabia da!
Conozco gente que se pincha sus cositas y luego espera que nadie se dé cuenta: ¿para qué lo haces entonces? Mira yo, con mis masajes, estoy DESEANDO que se noten, que los notes ☺️