Los sérums y el poder de la fe
A James Bond no le ponían otro Martini que no fuera agitado (no mezclado). A mí no me ponen un sérum que no tenga entre sus ingredientes una pizquita de fe (y mucha literatura cosmética).
Siempre me ha costado entrar en la narrativa de las marcas cosméticas en cuanto a los hitos científicos de algunos de sus ingredientes estrella. A saber: una planta que sobrevive en el Cerro las Tórtolas, con la meteorología más adversa posible, alberga el secreto de la eterna hidratación; una orquídea que crece bajo tierra puede trabajar activamente sobre la longevidad de nuestras células; un fruto raro, de esos que te ponen en los postres para dárselas de exóticos, es antiinflamatorio y antimicrobiano…. Todo acaba sonándome a literatura cosmética, que dirían en mi familia. Y me da la sensación de que para notar los efectos del sérum, el ingrediente principal es la fe.
La semana pasada lancé una encuesta en mi Instagram sobre sérums, ya sabes, ese chute de activos para la piel que es como el hermano mayor de las cremas. La pregunta era clara: ¿Notas un efecto REAL con el sérum? Participaron alrededor de un centenar de personas. La opción más votada, con el 41% de adeptos, fue: No, pero tengo fe. El porcentaje de gente que asegura ser otra desde que incluyó un sérum en su rutina facial es del 27%. Las que lamentan tener que admitir que han notado cero efectos son el 25%. En resumen: en eficacia vamos a empates, pero la fe se lo lleva todo de calle.
En realidad, el papel de los sérums en la cosmética es mucho más que un quítame allá esas arrugas. Es refugio y es hogar. Es una dosis extra de autocuidado. Es el placer de la galénica. Es la sensación de control de un cuerpo, o un rostro, que una empieza a no sentir como propio. Es una armadura en un entorno hostil. Es un abrazo invisible que, digámoslo ya, no debería tener según qué precios porque su mayor capital es simbólico. Porque en muchos casos su tan cacareada eficacia es como las meigas. Haberlas haylas. Pero nadie las ha visto.
Por cierto, toma nota: entre los productos mencionados por ese 27% de personas que aseguraron ser otras con el sérum están el Prodigy Cellglow de Helena Rubinstein, el Sérum Uplift y el tratamiento 7 días Vit.C, ambos de Younique; el aceite en sérum Abeille Royale de Guerlain; el Powerful-Strength Line-Reducing Concentrate, el Retinol Skin-Renewing Daily Micro-Dose, el Nightly Refining Micro-Peel Concentrate y el Precision Lifting & Pore-Tightening Concentrate, todos de Kiehl’s; el Serum Oligo-Proteines Marines de Biologique Recherche; el Redness Neutralizing de Neostrata; el EFG Serum de Bioeffect, el Advanced Night Repair de Estée Lauder, el Double Serum de Clarins, el Lift Integral de Lierac, el Pure Vitamin C10 de La Roche Posay, el Youth Serum de iS Clinical, los Good Genes y Luna (ambos de Sunday Riley) y C E Ferulic de SkinCeuticals. Tienes mucho donde elegir. Y si no funciona a la primera, ya sabes, todo es cuestión de fe.
El armario cosmético de… Amaya Ascunce
Arriba, la periodista Amaya Ascunce, retratada por Leticia Díaz de la Morena.
A Amaya Ascunce, directora de Elle.es y autora de La idea de ti (Bruguera), la conocí en un viaje de prensa con Dolce&Gabbana en Singapur. Fue amor a primera vista y no solo por el enclave idílico en el que nos alojábamos, que ciertamente hacía que todo el mundo me cayera especialmente bien. Con ella sentí que sería amiga de por vida, porque entendía la amistad como yo, con lealtad, honestidad y discreción. Tiempo después trabajamos juntas en el mismo edificio, cuando yo ejercía en Harper’s Bazaar, y ahí acabé de constatar que su mente brillante (lo puedes comprobar cada quince días, en su newsletter) también albergaba una enorme pasión por la cosmética. Nunca he visto a nadie llevar los perfumes de flores blancas con la dignidad y elegancia con que lo hace ella.
Ahora Amaya, que además de honesta y leal es generosa, se ha animado a abrirme las puertas de sus secretos cosméticos. Te comparto lo que me ha contado:
¿Usas serum? ¿Cual? ¿Por qué? ¿Notas efectos? No suelo usar sérum. Si cae en mis manos alguno, lo pruebo. Lo que hago es que sustituye a mi crema hidratante. Yo tengo una rutina muy fija y me cuesta meterlo en el proceso. Yo creo en el retinol sobre todas las cosas, la vitamina C, y la protección solar. A eso le sumo una buena crema hidratante y un desmaquillante (en mi caso, siempre un gel o mousse al agua). Y creo que con esto tengo todo lo que necesito. Como mucho, un exfoliante AHA [de alfahidroxiácidos] tres veces por semana. Pero, vamos, que creo que el neceser básico ( y máximo) tiene que tener eso: seis productos. Y si hablamos de maquillaje: una base muy hidrante (mates no, por favor), una máscara de pestañas negra, colorete en polvo y un labial rojo. Bueno, vamos a incluir un eyeliner negro tipo rotulador para algún evento especial. En total, seis cosméticos y cinco de maquillaje.
¿Cuál es tu producto cosmético favorito? Ay, el retinol de mis amores. Eso es maravilloso. Te pule la piel, las manchas, las arrugas finitas, y ves los efectos. Hay mucha cosmética que es humo, promesa. Un buen retinol no. Y, bueno, los perfumes, por supuesto. A mí me hacen feliz los olores. Me los pongo en función de mi humor, de si tengo hambre o pena. De si necesito sentirme poderosa o tengo ganas de resultar invasiva en una reunión. Valen para todo. Me los pongo hasta para dormir porque me relajan. Podría prescindir de esos once productos pero mi vida sería mucho más triste sin los perfumes.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? No me gusta el humo. La necesidad de novedad constante. Y esos ingredientes absurdos y carísimos que en realidad no tienen ningún efecto en la piel. No puede salir un producto estrella cada dos meses que te vaya a cambiar la cara. Bueno, en realidad, yo no quiero que me cambien la cara. Creo que la cosmética tiene que tener un punto de placer. Una crema, si hidrata bien y huele bien, para mí es más que suficiente.
Arriba, el armario de belleza de Amaya Ascunce. Ella sobreviviría con once productos, pero no estamos en este planeta solo por la supervivencia.
Por cierto, la semana pasada os invité a suscribiros al canal de Telegram de esta newsletter… pero es posible que pusiera un enlace equivocado. Dejadme volveros a invitar esta semana, como si no hubiera pasado nada. Y sigamos allí la conversación. ¡Gracias por llegar hasta el final!
No sabéis lo feliz que me hace leeros hoy. La mayoría de veces me siento rara, la loca, etc....y leer hoy, que dos personas de prensa del mundo beauty piensan prácticamente igual en cuanto a cosmética....me calma. Hace unos años me bajé de la rueda infernal de tener lo último, las novedades van a la velocidad de la luz, es como una insatisfacción constante, nunca es suficiente y la gran mayoría de novedades es más de lo mismo. Me provocaba una ansiedad constante, nunca era suficiente. Amo mi profesión y la cosmética pero no en lo que se ha convertido. No entiendo tanta complicación, cuando todo es mucho más sencillo.
Simplifica Azofra, me dije y a día de hoy soy feliz.
Gracias Paloma y Amaya por vuestro punto de vista, no sabéis lo bien que me hace.
Gracias Paloma. Sólo me quedo con la pregunta de qué retinol. A lo mejor lo añado a mistrew productos de cabecera (una que es minimalista, eso sí, que nadie mire en el armario de los zapatos!)