Negacionistas de la protección solar
La típica actualización veraniega con las últimas novedades sobre el sol: negacionistas, desinformadores y cazadores de ingredientes seguros y eficaces
Jamás en mi vida creí que tendría que salir a la palestra a defender el uso de la protección solar. Creía que ese era un conocimiento adquirido con tinta indeleble. Pero, en este extraño mundo polarizado en el que vivimos, han surgido espontáneos capaces de negar los beneficios de una correcta aplicación de la misma. Es fuerte lo que está pasando en las redes: hay personas que aseguran que tomar el sol con aceite de coco es mejor (y prácticamente igual de seguro) que depositar filtros químicos sobre nuestra piel. Otros opinan que la falta de vitamina D tiene que ver con un ‘abuso’ del SPF 50. Los de más allá insisten en que lo que hay que hacer es callo solar. Y hay quienes envidan a grande vinculando el uso de fotoprotección con el aumento de cánceres de piel. Como si la evidencia científica no fuese justo en la dirección contraria que sus certezas.
Tal ha sido el terremoto planetario provocado por la mafia de la desinformación organizada que la habitualmente tímida comunidad científica ha salido de sus laboratorios con las manos echadas a la cabeza. Sin ir más lejos, Stanpa, la asociación nacional de perfumería y cosmética, organizó hace tan solo un par de semanas una mesa redonda con expertos en la materia para desmentir tajantemente los bulos que nos asaltan a todos y que conquistan, con especial inquina, a quienes se informan principalmente a través de redes.
Y digo principalmente, porque luego llega la OCU y lanza una noticia que pone en duda que muchas cremas solares cumplan (realmente) las funciones que prometen en su packaging y hace que hasta el público que contrasta sus fuentes ponga en duda las garantías que le ofrecen sus productos habituales. Es la tormenta perfecta para que el daño al sector se vuelva prácticamente irreparable. Porque no, luego no van a la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) a confirmar si han retirado los siete solares señalados (o solo tres, de los cuales dos ya han presentado ensayos adicionales que corroboran la concordancia entre lo que pone en la etiqueta y lo que revela el producto). Esas alarmas innecesarias, hijas del clickbait y acaso de intereses espúreos, son igual de dañinas que tomar el sol a mediodía con aceite de coco.
Me siento tonta recalcando la necesidad de tomar el sol SIEMPRE después de aplicar protección solar de amplio espectro, más cuando la propia industria necesita hacer una revisión profunda de los ingredientes que usa para tal efecto y cómo los comunica. Pero, por favor, elige siempre fórmulas 50+, tanto para rostro como para cuerpo, y reaplícalas cada dos horas.
Podemos saber mucho de Retinol, ácido hialurónico o vitamina C, pero llama la atención que no tenemos ni idea de qué filtros específicos lleva nuestro solar de referencia. Pocos saben que cuando el producto contiene filtros físicos (o minerales) suele estar formulado con óxido de zinc o dióxido de titanio, y que si son químicos conviene revisar un poco más a fondo la composición: algunos de ellos parecen seguros, como el BMET o el phenylbenzimidazole sulfonic acid, pero otros (oxybenzona, octinoxato, octocrileno, homosalato…) están en pleno proceso de revisión por parte de la Unión Europea, porque se sospecha que son disruptores endocrinos y, además, pueden poner en riesgo el ecosistema marino. Buscar en el INCI puede parecer un trabajo de chinos, pero repercute directamente en la salud.
En cualquier caso, no es preciso que te preocupes demasiado: las agencias europea y estadounidense (EMA y FDA) del medicamento ya lo hacen por ti. Ellas se encargan de revisar toda la literatura científica sobre cada ingrediente y prohibir o autorizar su uso en función de los resultados de las investigaciones. Hace poco, un formulador cosmético me comentó que venían años complejos para la industria de los solares, por la cantidad de principios activos que se encuentran en revisión y la dificultad a la hora de desarrollar una crema que proteja bien, sea segura y, al mismo tiempo, tenga una galénica placentera. Es decir, que al extenderla sobre la piel no parezcas el hermano perdido de Casper, como ocurre con los muy segurísimos y muy recomendados filtros físicos. Ojalá encuentren el santo grial de la protección solar antes de que los negacionistas les ganen la partida.
Gracias especiales a Mercedes y Andrea de Quinque (si no habéis probado su sérum con SPF 50, estáis tardando) por ayudarme a encarrilar parte de esta historia que tanto me ha costado escribir.
En el armario cosmético de… Iciar Estellés
Iciar siempre ha estado en las periferias de mi vida. Entraba a las empresas en las que yo estaba cuando me iba, colaboraba con los medios como externa desde su propia oficina… Era un personaje recurrente pero siempre un poco ajeno. Encantadora y divertidísima, pero sin trato diario. Luego fui madre y se convirtió en un apoyo fundamental del embarazo (tuvimos conversaciones sobre bragas posparto, suelo pélvico, compresas… todo lo que te puedas imaginar) y el puerperio. Iciar es un pilar que me hace viajar con mucho gusto a las periferias de mi vida, porque aunque viva en Majadahonda está mucho más céntrica y disponible, siempre atenta y cariñosa, que muchos vecinos de código postal. Iciar, además, es una mujer muy cañón. Por dentro y por fuera.
Háblame de tus rutinas cosméticas. Duermo mal, poco y mal, cuando no son los niños soy yo leyendo hasta las tantas… Y, aunque nunca he dormido mucho, tampoco nunca me había costado tanto levantarme. Ahora soy de esas personas que posponen la alarma varias veces hasta que al final desisto. Me levanto con el tiempo justo (justísimo) para ducharme y vestirme, todo en 15 min, y ponerme con los niños antes de salir corriendo rumbo los respectivos colegios. Todo esto para decirte que mis rutinas de belleza giran en torno al tiempo. Me ducho por las mañanas y siempre me lavo la cara, aplico séerum + crema hidratante + protector solar y me cepillo el pelo de manera religiosa. Suelo ir sin maquillar o, si me maquillo, uso corrector de ojeras y colorete en crema, o incluso barra de labios, que me aplico también como colorete. Seguramente por eso necesito verme la piel hidratada y bonita, y por lo general me centro en tratar manchas (melasma, cortesía de los embarazos, incluido) e imperfecciones. Las noches me cuestan más y suelo saltarme dos de tres. Me lavo la cara de milagro (doble limpieza si me siento muy aplicada, con peeling al final) y alterno un sérum texturizante + retinol con una crema despigmentante. Termino desenredándome el pelo (nada me gusta más) y lavándome los dientes. Suena sencillo y de “bajo mantenimiento”, ojalá!
Hace poco vi un vídeo que me hizo abrir los ojos (no porque no lo supiera, sino porque estaba aferrándome voluntariamente a la mentira): era una chica guapísima que estaba indignada porque un chico se le había acercado en el supermercado para decirle que se había enamorado de su belleza natural. NATURAL. Ja. Enfadada, decía que cualquier mujer habría visto de lejos el tiempo y dinero que había invertido en su físico. Llevaba pestañas postizas, uñas de gel, extensiones en el pelo, rellenos de barbilla, labios y nariz, bótox, autobronceador, láseres y unos cuantos muchos etcéteras. Parecía natural, pero, claro, ¿qué es natural? Asociamos todas esas cosas a un aspecto de mentira, exagerado y evidente pero, gracias a dios y en buenas manos, es una idea obsoleta y totalmente errónea. Pues sí soy. No he recurrido a rellenos (todavía) y no me veréis nunca con una extensión de pelo, pero me he dado y me doy, a cualquier cosa que me permita ahorrar tiempo en mi día a día y me haga verme y sentirme mejor. Llevo pestañas (aún me preguntan que máscara de pestañas uso), laminado de cejas, microblading, me hago las uñas (que llevo largas) cada 15 días, tratamientos hidratantes en el pelo cada mes, me tiño las canas (que son unas cuantas) cada tres semanas, láser para las manchas, limpiezas cada dos meses, inductores de colágeno y estoy abierta a cualquier cosa que me proponga mi dermatóloga (la mejor, Dra. Lidia Maroñas).
No hablemos del cuerpo, por supuesto, al que he matado de hambre casi tanto como atiborrado de manera emocional durante los últimos veinte años (tengo 33) y al que le he hecho pasar por casi todo: mesoterapia, radiofrecuencia, carboxiterapia, ondas de choque, aqualix, dietas infames y entrenos infames (y si todo es tan doloroso como suena). Soy artificial, o esa fue la conclusión que saqué después del vídeo. Pero sigo siendo yo. Nada me ha cambiado drásticamente, siguen siendo mis rasgos, mi piel, mi cuerpo y mis uñas… en versión mejorada. Y es algo que me ha costado entender o aceptar: no resta valor y no justifica. Creo que invertir en uno mismo es la mejor inversión y a mí, personalmente, siempre desde un lugar positivo y constructivo, me hace feliz hacerlo en salud y belleza. También, reconozco, me ha ayudado a curar algunas heridas. Y desde mi último embarazo (dos en total y no habrá más) ha sido una herramienta (o una excusa) para dedicarme tiempo y priorizarme. Como sano pero sin restricciones (viva el vino), hago deporte pero sin locuras, recurro a la cosmética, a la medicina estética y sí, a la cirugía estética, como complemento, no como milagro; soy más consciente del sol e intento protegerme, hago cosas que me gustan por el mero hecho de disfrutarlas y no me olvido de mi salud mental.
Volviendo a los detalles, y hablando de productos: me gustan las texturas fluidas y no muy grasas, que sean ligeras, fáciles de aplicar y rápidas. No soporto las rutinas de mil pasos. Mi rutina facial en casa es fácil de seguir. Uso pocos productos pero bastante completos y me centro en la textura de la piel y las manchas. Por las mañanas: Leche limpiadora de Biologique Recherche, sérum Phloretin CF de Skinceuticals, hidratante Brightalive de Zo Skin Health y Advanced Brightening Sunscreen SPF50 de Skinceuticals. Por las noches: Leche limpiadora de Biologique Recherche, Exfoliating Polish de Zo Skin Health, sérum retexturizante antiedad de All Skin Med y Retinol Skin Brightener de Zo Skin Health alternado con Licoforte. La protección solar es muy importante para mí, y ahora en verano, además, incluyo un stick bloqueador de protección total, que también es despigmentante, en las zonas más conflictivas como el bigote (y, de nuevo, melasma del embarazado).
Soy más de pelo que de maquillaje (me encanta, pero no tengo paciencia). Creo que un día con el pelo bonito no lo iguala nada. Me hago tratamientos hidratantes habituales en la peluquería y me corto el pelo cada poco, siempre con la misma peluquera (hola, Raquel Moreno @TBC Hair). En casa uso el champú L’essentiel de Goa Organics, MELU Conditioner de Davines y antes de secarme el pelo siempre Dream Coat de Wow. Me lavo el pelo, o al menos lo intento, una vez a la semana o cada 5/6 días (tardo horrores en secarlo e intento usar calor solo ese día), pero hacerlo así, aplicando champú seco entre lavados, ha hecho que lo tenga más sano y brillante que nunca. Por las mañanas, lo primero que hago es ponerme un rulo grande en el flequillo, como mi abuela, mientras me visto y preparo a los niños. Me lo quito antes de salir y así evito tener que peinarme o hacerme cualquier otra cosa. El flequillo queda con volumen y da efecto de recién peinado.
El maquillaje me fascina. Tengo cajas y cajas, pero siempre acabo recurriendo a los mismos cuatro productos desgastados que repongo una y otra vez. Uso corrector y nunca base, Nars Radiant Creamy Concealer o Tarte Shape Tate; colorete en crema, Cloud Paint de Glossier o Afterglow Liquid Blush de Nars, a veces incluyo el Hollywood Contour Wand de Charlotte Tilbury y algún labial nude color labio con acabado mate tipo Refy Lip blush o Bite Beauty Power Move. Además, siempre tengo a mano el Eight Hour Cream de Elizabeth Arden.
Me hace gracia lo del perfume, porque uso el mismo desde los 16 años. Hypnotic Poison de Dior (el eau de toillette, no el perfume). Apenas lo huelo ya. Pero soy muy muy rara con los olores y cuando algo me gusta nada hace que lo cambie. Lo he intentado con The One de Dolce &Gabbana, por ejemplo, pero llevo media vida con mi perfume y se ha convertido en mi olor, supongo. Me gusta que me reconozcan por él. Otras cosas raras con los olores, como usar doble desodorante de Dove en roll on y spray, el clásico del capuchón azul. Dirán que es absurdo, pero cuando me olvido uno de los dos, me falta algo.
Y termino con lo corporal: solo uso hidratante después de la ducha, o aceite de almendras. Me obligo a beber mucha agua y, por la noche, me encanta poner un rato las piernas en alto en el cabecero de la cama antes de dormir.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta.Cosmético - protección solar seguro. Si solo puede ser cosmético, protección solar. Si es cualquier otro producto, un cepillo de pelo.
Qué producto con hype te pareció un total bluff. Tengo un problema con los iluminadores en general, pero el mayor bluff ha sido un blanqueador dental, Hismile V34 Colour Corrector Serum.
¿Qué opinas de la protección solar (mineral, química, etc.) y cual usas? Tengo vitíligo desde pequeña, herencia de mi madre. Tenemos un tipo de vitíligo raro, que crece para luego empezar a disminuir y, aunque no se va del todo, se vuelve mucho mas discreto. En mi caso, rodillas, cadera y tobillos. Mi madre tiene en los ojos por ejemplo y alguna otra zona de la cara. Los vitíligos son manchas o zonas sin melanina, blancas o rosas claritas, y por tanto sin protección siempre siempre se queman. Desde pequeña (a base de quemaduras) soy muy consciente de la importancia de usar protector solar y desde los embarazos especialmente, con la hiperpigmentación, he sido más constante y mi piel ha cambiado. No salgo de casa sin SPF. Uso Advanced Brightening Sunscreen SPF50 de Skinceuticals. Y para el cuerpo, aunque me gustaría decir otra cosa, acabo usando la de los niños protección 50 que lleve conmigo en ese momento.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Supongo que las expectativas y las comparaciones. Es una tendencia que está cambiando para muy bien, y ahora no hay un tipo de belleza concreta que haya que seguir, la diversidad ha tomado el mercado. Pero yo he crecido con los cánones equivocados (como tantas otras mujeres), y la industria me decía de mil maneras diferentes que no era suficiente. Me han faltado referentes con los que identificarme, chicas con curvas, diferentes, gente con imperfecciones, de distintas edades, específicas según el tema a tratar. Un poco de realidad.
No deja de sorprenderme la cantidad de gente que cree saber más de cosmética que un dermatólogo por haberse formado viendo vídeos de YouTube (de otros expertos sin carrera). La vez que acudí a mi dermatólogo para que me tratara el melasma (malditas pastillas anticonceptivas) me recetó combinar dos productos aparentemente no muy sexys. Bastante gente concluyó que los componentes de esos productos no estaban formulados para lo que yo necesitaba y me hacían sus propias recomendaciones basadas en su experiencia y conocimiento adquirido ya sabemos cómo. Pues bien, nunca he probado algo que funcione mejor. No tengo ni una mancha y voy a muerte con el protector solar (que fue también lo que me recomendó aquel dermatólogo).
Vivimos en un tiempo que negar hechos científicos parece una opción tan valiosa como creer en remedios antiguos obsoletos. Pues eso que se den aceite de coco mezclado con yodo y que se pongan al sol a las 15:00 con 10 UV y oye a ver que tal se les cura luego el cancer de piel