Para dejar de romantizar la navidad
El estrés social, el consumismo desaforado y las comilonas sin límites hacen de esta época del año un espejo del capitalismo que nos consume.
Hay quien opina que la navidad es el mejor momento del año: luces de colores, villancicos martilleando la cabeza sonando en repeat, festines familiares con viandas especiales, buenos propósitos por doquier… Sin embargo, si sigues mi boletín desde hace tiempo, sabes perfectamente que yo jamás escribo con ánimo de romantizar nada más que el labial rojo. La navidad es una época tremendamente estresante a nivel social, en la que el ultraconsumismo acecha en cada escaparate y la alimentación equilibrada ni está ni se la espera.
Pienso en todas esas familias que se juntan tan solo una vez al año, para la cena de Nochebuena. Me imagino la escena: la madre sacando del aparador el el mantel y las servilletas de tela, la vajilla de las fiestas y las copas de cava (catalán o no, dependiendo del boicot doméstico que hayan hecho en función de su posición en cuanto a la amnistía), la habitación de los niños (que ahora es un gimnasio, o una biblioteca, o un armario de abrigos…) con la cama supletoria fuera y dos maletas de cabina impidiendo el paso, un yerno o un suegro que debutan en el show (por supuesto, hay nervios antes de descubrir si están o no a la altura) y el típico cuñao que de tan todólogo que es tan solo le falta que le dediquen un episodio en Pantomima Full. Yo ya me he agobiado solo de pensarlo y aún no te he hablado de las gambas y las nécoras y las almejas y la carne al horno con patatas al pimentón que preceden al turrón y a las peladillas y a los polvorones y a las bolitas de coco y a los roscos de vino y a las almendras. Abramos la décima botella de vino. Suerte si consigues que permanezca todo dentro de tu cuerpo antes del 25 por la mañana. A mí casi me ha dado una úlcera solo escribiéndolo.
Aún recuerdo cómo en 2020 estábamos convencidos de que íbamos a salir mejores de la pandemia (spoiler: no salimos), sin saber que lo que nos dio un poco de aliento fue el miedo al contagio previo a las vacunas. ¡Cómo íbamos a invitar a nuestro cuñao todólogo a la cena, si era un riesgo para ambas familias! Otro año si eso. Fueron unas navidades absolutamente minimalistas. Expectantes. Auténticamente familiares. Tan solo nos juntamos con la gente con la que de verdad queríamos estar, que son las personas por las que moriríamos contagiados si hiciera falta.
Luego todo regresó a su ser, pero más frenético, más iracundo, más voraz. Como si la covid no hubiera pasado por nuestras vidas, volvimos a agotar el crédito de nuestras tarjetas para comprar millones de regalos a infinidad de personas a las que les daban exactamente igual tener un perfume más de Carolina Herrera (léase muy rápido y como si fuera en inglés: Querelina Jerera) en la balda del baño. Aproximadamente el 30% de detalles navideños (el 50% si hablamos de artículos de alta gama) se devuelven, pero a ti te da vergüenza no quedarte esos calcetines horrorosos que llevan el diablo de Tasmania o ese labial con forma de cola de sirena que entrega un acabado frosty. Por favor, rompamos una lanza en favor de los tickets regalo, los han inventado para algo. Hagámosle al planeta el favor de quedarnos solo lo que vamos a usar. Los adultos funcionales saben rechazar y aceptar un rechazo, y no siempre acertamos con los regalos, es estadísticamente imposible.
Una vez juntados, comidos y regalados, me atrevo a preguntarte, ¿cuántas veces has hecho una lista de buenos propósitos para comenzar el año? Dejar de fumar, ir al gimnasio, ponerte a dieta, no volverte a ir a la cama sin desmaquillar, evitar beber hasta el agua de los floreros a última hora… Y dime la verdad, ¿has fallado alguna vez estrepitosamente? Si la respuesta es afirmativa, no te preocupes, formas parte de ese escueto 80% de población (las cifras las publicó hace tres años la revista Forbes, vete a saber en qué se basaron) que arrancan el mes de febrero libres de ataduras con sus falsas promesas. Vamos, que han soltado lastre de todos esos sueños de bondad y perfección que se hicieron bajo la ramita de muérdago porque en realidad la vida ha seguido hacia delante, arrastrándolos con ella y haciéndoles jugar en modo experto.
Porque al final la navidad tan solo es un break muy colorido y un poco extraño de nuestra vida. Un fallo del Matrix. Un remanso de fe para apóstatas. El sueño de que tres señores en camellos nos pueden conceder el sueldo Nescafé. Un descanso en el que compramos desaforadamente, nos reunimos y comemos por encima de nuestras posibilidades y fantaseamos con que pasado mañana seremos mejores. Un sueño húmedo del capitalismo tardío. Una auténtica yincana de trampas para la salud mental. Que el 2024 te traiga todo lo que deseas, dicen. Y suena más a amenaza que a buena voluntad.
Mis deseos para ti son que evites a la gente que se te atraganta (y si no puedes, que sean encuentros rápidos e indoloros. A veces es saludable no entrar al trapo y no tomarse en serio según que opiniones.), que no te empaches ni te suba el colesterol, que te regalen poco, bien y con opción a devolucion; y, sobre todo, que en 2024 te encuentres bien. De salud, de dinero, de amor. Quizá no lo sepas, pero eres una parte muy importante de mi 2023. Hasta el año que viene y muchas gracias, siempre, por leerme hasta el final.
En el armario cosmético de… María Jesús Abad
Abrir las puertas del armario cosmético de mi tía Susi es como dejarteentrar en mi familia por la puerta grande. ¿Sabes cuando a los niños les preguntan por sus personas favoritas? Pues desde pequeña yo tenía claro que quería parecerme a mi tía, que me dejaba bañarme en su bañera a cualquier hora del día y ponerme sus zapatos de colores (solo años después supe que eran de Yves Saint Laurent). Que había leído todo y cambiaba de corte de pelo con un gracejo exquisito, ajena a modas y permanentes. Que era divertida, un poco excéntrica y siempre estaba disponible para todo tipo de planes. Que era, en definitiva, libre en un mundo plagado de normas no tan juiciosas.
Luego fui creciendo y… ¿la vida nos separó? ¡Claro que no, en plena adolescencia me mudé a su casa! Toda su influencia recayó sobre mí de una manera tan directa que hoy en día nos encontramos comprando las mismas sábanas o tomando las mismas decisiones con el mismo razonamiento sin haberlo hablado previamente. Al final, puede que mutase un poco en ella (nada me gustaría más). Proud check. Y por eso su armario cosmético también es un poco el que yo querría tener, por eso me hace tanta ilusión compartirlo contigo en este boletín navideño, de cierre de año:
¿Qué rutinas de belleza consideras que son fundamentales en tu vida? La cosmética me ha fascinado desde siempre. El día que leí en una revista que acababa de salir un sublimador de color (creo que era de Nuxe) salí corriendo a la calle a conseguirlo. ¡Deseaba sublimarme por encima de todo! Antes de comercializar en España los esmaltes de uñas de Opi vi un color marrón extraordinariamente bello y enredé a amigos de todo el mundo hasta conseguirlo. De pequeñita mi madre enviaba a hacer recados a mi hermana tres años menor que yo para evitar que volviera con rímel en lugar de naranjas.
La literatura del mundo de la cosmética me parece alucinante. ¿Cómo es posible escribir textos que casi parecen científicos sobre un nuevo elemento que introducen en una crema y que la proporción es tan mínima que no creo que haga nada? Y, lo que es aún mas increíble, ¿cómo es posible que siga comprando con la misma ilusión sabiendo lo que sé sobre el mercado? Da igual, me importa un pito, disfruto y ya está. Enough.
Mi cosmética -rituales de purificación y mejora de aspecto- los distribuyo en grupos:
Higiene de cara y cuello: limpieza por la mañana con jabón en pastilla de Alepo y por la noche he cambiado mucho de marcas, pero mi preferido es el Bálsamo Limpiador Divina Siempreviva de L´Óccitane. Lo extiendo con una esponjita, masajeo con un cepillo de silicona y lo retiro con una muselina. Después aplico el tónico. Pongo unas gotas en la palma de la mano y me doy en cara y cuello con las dos manos a la vez, como hacen los chicos con el after shave. Ahora estoy usando Calming Collagen Tonic, de Haute Custom Beauty. Ahora viene el lío: me encantan los sérums y mezclo varios unas gotas de Advanced Night Repair ,de Estee Lauder, otro par de gotas de Byoma hidrating y un poquito de Fleur Vibrante de In Fiore. ¡Qué no me falte de nada! Uso un cepillo sónico para que penetre mejor. Para el día, me decanto por una crema hidratante con protección solar SPF50 de Beauty of Joseon, de arroz y probióticos. Por la noche me pongo la nutritiva de Perricone MD, marca cuyo contorno de ojos también aplico.
Me pongo mascarilla una vez a la semana y me gusta mucho una fresca de Pixi, Rose Remedy Mask (me encantan las rosas, los perfumes de rosas, los tónicos…todo lo que huela a rosas). Son buenísimas las de Foreo y la que me parece más espectacular de las que he probado es la de Givenchy, Le Soin Noir, ahí lo dejo. Es maravillosa y carísima. Y de vez en cuando los viales de Natura Bissé. Siempre tengo Nivea de la caja azul para cuando noto la piel tirante o con falta de brillo.
Higiene de cuerpo: Me ducho con jabón de Alepo o con el de rosas de Roger & Gallet y después de secarme, me doy aceite Bio-oil en todo el cuerpo. Si tengo mucha prisa y no me da tiempo a que se absorba antes de vestirme, recurro a la crema hidratante para cuerpo de Kiehl´s
Higiene del cabello: tengo suertaza con mi pelo, lo cuido de manera muy sencilla y de momento me va dando resultado. Le doy color en casa con henna que preparo yo misma. La compro en tiendas marroquís y la mezclo con zumo de limón, aceite de camelia japonesa, suavizante de pelo y café de cafetera. Ese mejunje me lo aplico una vez al mes, las canas quedan rojizas y el pelo negro mantiene su color con brillos carmín. Queda muy brillante y sano. Lo lavo con champú hidratante de LÓreal o con champú solido de Lush (el rosa). Como nado mucho, antes de ir a la piscina le pongo aceite de coco. Nunca lo seco con secador. Bueeeeno, solo si tengo mucha prisa y hace mucho frío, pero generalmente dejo que se seque al aire. No me doy nada más, ni siquiera suavizante.
Para mejorar el aspecto a través del arreglo cosmético: uso una base de la marca coreana Peach C y cuando tengo la piel más deslucida o quiero estar muy guapa otra de PSA, Light up. El maquillaje, L´Essentiel de Guerlain, que dura mucho y no se acumula en los pliegues. Me arreglo con cuidado las cejas con un lapicero muy fino resistente al agua, las cepillo y las fijo con 24 hr brow setter, de Benefit, y colorete y labial de The Body Shop desde que descubrí lo bueno que es el líquido Sheer touch. Para el colorete pongo un poco en la brocha y lo mezclo con el maquillaje y para los labios lo dejo secar y después me pongo Suavina, que me la recomendó mi amiga Pilar y me encanta. Como máscara de pestañas uso Monsieur Big de Lancôme o la de By Terry, que es un tesorito y la dejo para ocasiones.
Termino siempre con perfume. Ahora mi favorito es Portrait of a Lady, elaborado por Dominique Ropion para Federic Malle. Me gusta oler el perfume que llevo, así que me voy a los intensos. Me encantan las fragancias puras, esencias o aceites esenciales de rosa, jazmín e higo.
¿Qué avance cosmético esperabas con ansia y te decepcionó? La depilación eléctrica. Al principio daban descargas pelo a pelo, me metí en el lío soñando con liberarme de todos ellos y fue un fracaso que me dejo marcas en la piel y siguieron creciendo pelitos. Por no hablar del dolor.
¿La clave para pasar una buena navidad? Aceptar lo que viene en cada momento sacando partido a las circunstancias. El problema de la navidad es que la tenemos asociada a la niñez y a unas expectativas dictadas por la publicidad que revuelven un poco cuando no se cumplen unos mínimos.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Los experimentos con animales. También me irritan las ediciones limitadas que no puedes volver a comprar. Y me pone de los nervios que no indique en el envase qué es y que pongan unas indicaciones microscópicas que no puedo leer ni con gafas.
Has sido mi descubrimiento del año. Creo que llegué a ti por Amaya Ascunce
Querida Paloma, gracias por compartir esto. Mi favorita hasta ahora ❤️