¿Puede la inteligencia artificial acabar con la industria cosmética?
Sesgos de género y genotipo aparte, he aquí una breve historia de cómo podríamos abrazar fórmulas magistrales desarrolladas a través de la inteligencia artificial.
Hubo un momento en que creímos que la inteligencia artificial sería poco más que un probador virtual. Quizá fue el mismo instante en que pensamos que el metaverso, las criptomonedas y los nfts estaban ungidos por el espíritu del futuro. Y mira por dónde que ahora todo apunta a que el futuro es otro. Y mucho menos vistoso, lamentablemente.
En mi opinión, lo que la IA puede aportar a la cosmética es el desarrollo de nuevas y mejores formulaciones, la búsqueda de ingredientes activos más efectivos, en sus proporciones magistrales, con sus huellas de carbono más reducidas, y la personalización REAL.
Mi amigo Carlos (si existiese el puesto de ‘crítico cosmético’ en algún medio, debería ser suyo) cree que no. Que la personalización no interesa, porque siempre recurrimos a la cosmética para ser otra persona. Lo de encontrar nuestra mejor versión es un mito. En su opinión la cosmética es promesa, sueño y fantasía. Y no le quiero quitar razón, porque un poco sí que la tiene. Como siempre. No queremos ni productos genderless (C. me retó, y te reto a ti también, a dar con uno exitoso más allá del requetemanido CK ONE) ni fondos de maquillaje personalizados (es cierto: he visto a las marcas hacer todos los esfuerzos posibles para que funcionen y nunca acabaron de arrancar). Pero yo creo que una personalización bien llevada y bien presupuestada sí que puede funcionar. Carlos es realista. Yo nací en una nube de algodón.
La aparición de apps como SkinGPT (que anticipa cómo envejecerá la piel de cualquier persona en función de qué cosmética use) o periféricos como el Hair Reader de L’Oréal (premiado en el último CES, evalúa la calidad del pelo en cuestión de color) me parece poco menos que la anécdota dermatológica. Golosinas para techies. Nada más. En mi opinión, los grandes conglomerados deben estar armándose de superordenadores en los que volcar todo su conocimiento científico para desarrollar productos altamente eficaces, con galénicas precisas, fórmulas estables, al menor coste y contaminando menos (¡no hablemos de sostenibilidad, sino de optimización de la cadena de suministros!).
Es decir cambiar el actual uso que hacen de ella. En lugar de recabar gustos, opiniones e intereses del público para generar cosmética con poca enjundia real, desarrollar lo que todo el mundo quiere y no verbaliza porque casi ve imposible: EL PRODUCTO EFICAZ con el que erradicar de una vez por todas el poliamor cosmético.
Podemos jugar a ponernos las gafas de Apple o fantasear con un dosificador de crema que entrega diferentes principios activos en función de nuestras necesidades. Piénsalo, ¿cuánta gente va a comprar algo así? Lo mejor que le puede pasar a la cosmética es que las multinacionales con más presupuesto traten a la inteligencia artificial como a un científico más en sus costosos laboratorios de i+d. Probablemente, también es lo peor que le puede pasar a la cosmética. Al fin y al cabo, ¿dónde quedará la magia de nuestras cremas si la única vara de medir es la eficacia?
En el armario cosmético de… QUAN ZHOU
Quan Zhou en un reportaje para la revista Glamour, retratada por Silvia Tortajada.
Mi querida Quan es la gazpacho agridulce más bonita de la península. Eso cuando está en España y no girando por el mundo (tuvo una época nómada y está a punto de mudarse a Nueva York para ejercer como profesora de la NYU). Es una de las personas más graciosas que conozco, y basta con que leas sus novelas gráficas para constatarlo. Pero es que además tiene un cerebro perfectamente bien amueblado. Justo hace unos días moderó una mesa sobre inteligencia artificial y sesgo de género y, para sorpresa de nadie, constató que lo hay. También de genotipo. No son buenas noticias.
Háblame de rutinas y productos cosméticos. Mi rutina principal es limpiar e hidratar. Desde los 26 empecé con cremas antiedad (sí, soy esa persona) y, aunque he probado de todo, (Gua sha, mascarillas ultrasónicas, limpiador ultrasónico, dermaroller, etc.) no he mantenido nada. Mis rutinas diarias tienen que ser simples y rápidas. De otra forma, aunque las he intentado incorporar, me acaban dando mucha pereza.
Me gusta el retenedor para dormir, no es belleza estricta pero creo que al dolerme menos la boca, me duele menos la cabeza, y el bienestar es belleza. La limpieza facial con el limpiador Lancome Gel Éclat, me encanta, es suave y limpia genial combinado con el Foreo Luna. De exfoliarme me acuerdo de vez en cuando, y de las mascarillas faciales aunque cuando las uso me encantan, tampoco me acuerdo demasiado. Entre otros productos, me rindo ante: la crema despigmentante Lotus Radiance, de Freshly; la crema Vega, con CBD, de Upani; el protector solar spf 50 de Bioré, que tiene una formulación ligera y acuosa; las mascarillas de color Manic Panic (son las que más pigmentan), keratina líquida para que no se encrespe demasiado y todo lo de Olaplex (porque hay que cuidar mucho el pelo decolorado).
¿Comprarías una crema desarrollada por inteligencia artificial Rotundamente sí, si la IA puede diagnosticar enfermedades 1.024.848 veces más rápido que un humano porque establece conexiones de información y pruebas exponencialmente más rápido, pues creo que puede establecer las mismas conexiones en la formulación, luego eso se puede testar y llevar controles de calidad. Pero sí, una IA entrenada por les mejores formuladores puede ser la ostia.
¿Hay algo que no te guste de la industria cosmética? La industria cosmética es esa industria que se ha enriquecido a partir de hacernos miserables a las mujeres (todas). Siempre habrá una piel más joven, menos manchada, más luminosa, menos arrugada.. En definitiva, menos como tú. Incluso puede estar fuera de tu etnicidad. Lo mejor es esta piel blanca e inmaculada. Pero mañana pueden ser las pecas están de moda. El caso es que nunca vas a llegar al summum porque así está diseñado. Dicho esto, habiendo sido educada en esta sociedad, y siendo consciente de que estoy profundamente sesgada, disfruto mucho yendo a limpiezas faciales, masajes, probando el último gadget de belleza, para luego comprarlo y olvidarme de usarlo... ¿Dos caras de la misma moneda? ¿Peaje por ser mujer millennial en occidente? ¿Hipocresía? ¿Todas las anteriores? Puede ser. Pero no podemos luchar en todos las áreas de nuestras vidas al mismo tiempo. Quizás el replantearnos cómo será la belleza y por ende, evolucionará la cosmética, sea nuestra próxima gran batalla. O quizás lo haga la próxima inteligencia artificial.