Créeme si te he digo que he hecho cientos de viajes. No importa si he preparado el equipaje para regresar a casa de vacaciones, para pasar una semana en los cursos de verano de El Escorial o para ir a la enésima presentación de un perfume en Nueva York: siempre se me ha olvidado algo.
Mi neceser es esa bomba de relojería que, no sabes cómo, siempre logra estallar antes de regresar a casa. Te lo cuento ahora porque no me había percatado realmente de que la improvisación lleva años formando parte de mi vida viajera. En alguna ocasión me he dejado las bragas, en otra fue el peine (por supuesto, solo me di cuenta tras salir de la ducha y con el pelo enmarañado) y más de una vez el desodorante es el que se ha quedado atrás.
Este mes, como un amplio porcentaje de españoles, he regresado unos días a mi aldea. Se han venido conmigo DOS neceseres cuajados de enseres y porsiacasos. Se han quedado en Madrid mi cortauñas, mi lima, mi champú, mi gel de baño, mis discos reutilizables para desmaquillarme y, para el caso, cualquier producto de higiene menstrual (copa, bragas, compresas, tampones…). Los echaré de menos, pero en vez de lamentarme, he buscado soluciones. Y, para celebrar que llevo años sobreviviendo a mi propia ineptitud, he tomado la decisión de compartir contigo lo que SÍ he traído conmigo:
Te voy a hacer un recorrido rápido por mi rutina vacacional. He metido en el neceser un sérum (porque se pueden perder muchos calcetines, pero nunca la fe) de Caudalie y dos hidratantes. Una, la de Quinque, para los días que mi piel solo necesita ‘mantenimiento’, y la de La Mer que utilizo como rescate cuando me hace falta un extra de nutrición. Tranquila, puedes recurrir a cualquier otra crema nutritiva a tal efecto (las de noche suelen funcionar de maravilla). También un contorno de ojos de Sisley, por si este es el viaje en el que, al fin, hago hábito.
En cuestión corporal, estos días tengo una hidratante maravillosa de Martiderm que me regaló mi amigo Carlos hace tiempo y el desodorante de Vichy que me acompaña en (casi) todas las ocasiones. Me pregunto cuántos se venderán al año. Yo compro, por lo menos, unos diez.
Tan solo me acompaña un aroma, y en versión chiquitita. En vacaciones casi no me perfumo y la verdad es que lo he usado de manera testimonial. En realidad es una colonia, Nashi Blossom, de Jo Malone. Su olor, aunque amable, no desprende ese martilleo cítrico de las ‘colonias fresquitas’ tan socorridas en España. Es almizclado, low profile, elegante y bastante original. Sé que con esta descripción tan personal no te he dado ni una pista de cómo es. Pero decirte que huele a limón, almizcle y flores blancas me parece igual de metafórico. Porque ninguno de esos aromas predomina sobre los demás. Y eso, amiga, es un placer para mi olfato.
He dejado el maquillaje para el final porque es lo que más espacio ocupa en mi maltrecho neceser. Aplico el concealer de Dior con una brocha de fondo de maquillaje porque burro grande, ande o no ande. Estoy rendida a los encantos de la máscara de Rare Beauty, aunque mis ojos de mapache al salir de la piscina digan lo contrario. Hace años que uso el colorete Orgasm, de Nars, y estoy convencida de que la clave de que me guste tanto es la brocha kabuki (de la misma marca) con la que lo extiendo sobre la mejilla. Cuando llevo sombra de ojos, me gusta la Stardust de Urban Decay (está discontinuada) o el lápiz 503 de 3ina, que es maravilloso. Y en los labios voy de cero a cien: del bálsamo Camellia for Lips, de Erborian (creo que también lo han retirado), al Mystery Red de Rouge Pur Couture The Slim, de Yves Saint Laurent.
Peine, cepillo de dientes, pasta de dientes del niño (la mía también se me ha olvidado) y desmaquillante de Kiko Milano, que tiene el tamaño perfecto para viaje pero no he usado porque no tengo con qué aplicarlo, conforman el resto de este botín estival. Espero que te haya dado ideas de qué llevar en tus viajes y, quién sabe, también qué no llevar.
En el armario cosmético de… Mar Manrique
Mar Manrique es el futuro del periodismo. No digo que el futuro lo vaya a construir sola (si no, no tendría ni tiempo para participar en este breve cuestionario), sino que gracias a personas como ella encontramos esperanza quienes tenemos pesadillas con el SEO y el clickbait. En realidad, no trabaja en un medio (aunque colabora con varios), pero a través de su newsletter, Fleet Street hace unos análisis certerísimos, y abre unos debates sobre los que tendrían que estar reflexionando todas las cúpulas directivas de los medios de comunicación en España y parte del extranjero.
Háblame de tus rutinas cosméticas. Me gustaría ser alguien con un interés genuino por los ácidos, los péptidos y el retinol. Durante un tiempo seguía a creadoras de contenido dedicadas a la belleza, como Elisabeth Álvarez, para entender qué necesitaba mi piel, pero acabé por dejarlas de seguir. La realidad es que tanta información me abruma y mi cerebro entra en piloto automático, posiblemente porque pienso que mis 25 años me conceden cierto margen ventajoso hasta tener que preocuparme activamente por el cuidado facial. Aunque hay algo que ha hecho que salte mi alarma interna: el filtro de envejecimiento de TikTok. La mayoría de las chicas que lo prueban parecen mujeres monas de 50 años, yo me asemejo a una octogenaria con una vida difícil y demasiada exposición al sol. Algunas dermatólogas hablan de lo preciso del filtro y esa imagen mía (con arrugas y manchas en la piel y los dientecitos más pequeños) me hace pensar que puede que el momento de procesar toda la información de internet sobre el cuidado facial sea ahora.
Aun así, tengo ciertas rutinas cosméticas marcadas. Para el rostro, uso agua micelar, tónico, sérum y crema hidratante de Farma Dosch y La Roche Posay. La crema solar diaria es de Avène. Prefiero decantarme por productos naturales, así que durante varios años estuve tratando la piel con el aceite Qualia, con un diseño personalizado según tu tipo de piel y necesidades. En cuanto al cabello, estos últimos meses he estado usando la gama Decode Zero de Montibello, con el 86% de ingredientes de origen natural. A veces trato de hacerme algún tratamiento prelavado con aceites y para después alterno con diferentes productos hidratantes, como el aceite Moroccanoil. Sobre perfumes, ahora ando con Gucci Flora Gorgeous Magnolia. Mi amiga Laura siempre me recuerda que me eche cremas en el cuerpo para tener la piel hidratada, suave y brillante, pero lo máximo que utilizo es el body milk de Nivea cuando veo que tengo las piernas secas.
Con el tiempo he simplificado mi maquillaje. No sé qué nos dio a las estudiantes por el eyeliner, pero en Bachillerato no había día que no saliera de casa sin él. Ahora prefiero usar una brocha finita para dibujar la raya del ojo con sombra verde o marrón oscuro, solo para las ocasiones especiales y alargando un poco el rabillo del ojo. Los básicos diarios suelen ser: corrector de Lancôme, colorete en crema de L.A. Girl y rímel de Mercadona (¡¡¡viva su sección de cosmética!!!).
La medicina estética es un tema muy tratado en mi grupo del colegio. La mayoría se han pinchado ácido hialurónico en los labios, aunque a menudo fantasean con posibles cirugías estéticas. A mí también me gustaría tener los labios más carnosos, pero someterme a un tratamiento estético no está en mi checklist, más allá de alguna limpieza facial. Prefiero mil veces reservar cita en cualquier spa capilar y facial si algún día viajo a Japón y ser consciente de cuál es mi “perfil bueno”.
¿Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta? Si a los diecisiete años me encantaba ir a la playa únicamente acompañada de una toalla en la que tumbarme horas y horas al sol (y eso traía loca a mi madre), ahora prefiero ir con una sombrilla y, por supuesto, crema solar. No descarto incorporar la silla de señora al kit playero. Y tan a gusto.
Producto con hype que fue un total bluff. He caído en todo lo que las redes me recomiendan: autobronceadores, productos capilares, maquillaje. Uno de los productos que más me hizo sentir como el meme de la independencia fue la máscara de pestañas Lash Sensational Sky High de Maybelline New York. Al principio fue un hype total, luces unas pestañas tupidas y largas, pero pronto llegó el bluf: si no lo aplicas con cuidado puede quedarse algún pegote apelmazado y el rato de después tratando de retirar el producto de las pestañas no se lo recomiendo a nadie.
¿Qué llevas siempre en el neceser para las vacaciones? ¿Te olvidas de algo? Lo bueno de ir de vacaciones con amigas es que suele haber un intercambio de productos tácito. El pasado fin de semana estuvimos en Begur, en la Costa Brava, y el ritual se repitió. Si me olvido de la pasta de dientes, siempre habrá alguien que me tienda la suya, y lo mismo ocurre con las cremas solares, el agua micelar o el cacao. Es un continúo: ¡Yo tengo! ¿Me lo dejas? ¿Qué necesitas?
En mi neceser para las vacaciones no falta la crema solar de cara y cuerpo, vaselina para hidratar los labios (cada noche un poquito) y la Crema de Peinado Secado al Aire Aloe Hydra Bomb de Garnier, que lo deja con una sensación superfresca para salir a tomar algo antes de cenar. Corro el riesgo de no llevar aftersun, pero con la sombrilla y la crema solar me doy por cubierta.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética?
Creo que este TikTok lo describe bastante bien:
"se pueden perder calcetines, pero nunca la fe" 😂😂😂
Hay algo conmovedor en una mujer comprando un sérum, compramos una esperanza, una mejora, una pequeña ilusión. Siempre me prometo a mí misma dejar de comprar serums y emplear todo ése dinero en sobres de jamón ibérico, pero siempre termino picando.
Cómo me gusta Fleet Street pero sobre todo cómo me gustas, Paloma Abad. Aún dejándote el neceser seguramente hayas usado más cosas que yo, todo es cuestión de equilibrio vital.