Viaje fantástico al universo de los perfumes
De cómo, gracias a Maddalen Marzol (y Hunky Dory Lab), durante un mes me esforcé por oler y juzgar las fragancias más allá de mis gustos personales
Hace ya unos meses, Maddalen Marzol, una de las socias fundadoras del fabuloso proyecto donostiarra Hunky Dory Laboratory, me hizo un envío extraordinario (que además era un extraordinario envío) de muestras de perfumes en función de mis gustos olfativos (a saber: eau de toilette de Paloma Picasso; Knowing, de Estée Lauder; Happy, de Clinique; Rive Gauche, de YSL; Eau du soir, de Sisley…).
Me gustó mucho la idea, más antigua que el hilo negro, de ‘desnudar’ los perfumes de packagings y marketings en una cata a ciegas para experimentarlos en su más pura esencia. En tiempos de turbocapitalismo consumista (soy la primera víctima, no me escondo), este no es un detalle baladí: supone un ejercicio consciente de liberación de prejuicios y fosas nasales. También de presupuestos, claro. Durante esas vaporizaciones estábamos yo y el aroma, sin ningún ruido interfiriendo la posible conexión.
Desde el primer día que comencé mi experimento (sí, lo prolongué durante semanas, para darle el tiempo necesario a cada una de las propuestas), le fui escribiendo a Maddalen algunas impresiones. Eran un poco de pintor de brocha gorda en comparación con sus eruditas respuestas, pero igualmente disfruté muchísimo ese peloteo de información tan insólito, tan arrebatado, tan desigual, tan frugal…
Ese es el motivo que, sin acuerdo ni ambición comercial, haya decidido compartir hoy contigo algunas notas de lo que se me pasó por la cabeza y por la nariz durante aquellos días en los que fui tester de perfumes en mi propia casa:
Indochine fue el primero que probé. Le escribí a Maddalen: “No es mi estilo. Hay algo en lo amaderado que, si bien no me molesta, no me termina de convencer. Y ha durado poco en piel”. Muy sabiamente, ella me invitó a que no juzgase estos perfumes según mis gustos personales, sino por su valor como creaciones. Ni confirmo ni desmiento que esa petición fue dificilísima de cumplir. Yo, como todos, vivo llena de sesgos.
Recuerdo que de Lost in Heaven, Maddalen describió a su perfumista como muy barroca justo después de yo escribirle: “Pero qué fantasía es esta. Es como un buen coñac. Me gusta mucho y la voy a reposar toda la tarde porque no sé si el aroma es demasiado embriagante para usar de continuo”.
En tercer lugar llegué a Experimentum Crucis, que es una delicia. Hay algo de sus flores blancas (¿jazmín?) que me huele a limpio y me hace sentir en casa. Me gusta que esté arropado de otras notas, que no hace que sea un "flores blancas" clásico sino algo más vestido, y a la vez amable y fácil de ponerse. Sí, es uno de los superventas de Hunky Dory. Por si me creía muy original en mis gustos.
Carved Oud me resultó demasiado amaderado, y eso que la madera evoluciona rápido y se aliviana. Pero rápidamente lo supe: Not for me. “A mí Carved Oud me ha enamorado al roce, y ahora me tiene loca, me parece espectacular en su sencillez”, me respondió Maddalen más rápida en salvar pelotas que Carlos Alcaraz.
Sin salir de la misma marca (algo que supe luego), probé The Hope, también amaderado aunque más amable. No dejó huella en mí.
En ese punto ya estaba un poco nerviosa, porque yo que me las he dado siempre de amante del perfume, llevaba varios días probando sin encontrar nada que me arrobara. Así que con Spice Must Flow al fin liberé esa tensión. “Tiene un punto de rosa, pero de rosa adulta. Me recuerda a alguno de Hermès, que también está como ahumada o inciensada”, escribí en nuestro chat perfumístico.
Sin embargo, el auténtico éxito de aquel envío estaba a punto de hacer su aparición estelar. A la séptima fue la vencida. Exit the King me enfrentó de verdad al nivel de complejidad que estaba dispuesta a asumir en los perfumes. “Me fascina. Me da rabia, soy una facilona”, dije. Y ya estaba tomando nota para autorregalármelo en mi cumpleaños. Qué duda cabe de que está entre los más vendidos de Hunky Dory.
Después de probar Exit the King me quedaban tres muestras más y, convencida de que había cumplido mi propia misión (que en un ejercicio de ombliguismo sin precedentes no era explorar olores, sino encontrar el mío), anoté mucho menos feedback: Shining Moon también está entre los superventas, pero no me conquistó de igual manera. Nerosa me encantó, muy clásico en su modernidad. Y, para mi sorpresa, de Balsamir aún no me he apeado: es un aroma profundo, con una evolución muy interesante (me juego el pellejo a que es de los que cambian muchísimo de piel en piel). Estoy segura de que en Balsamir no está mi olor icónico, y aún así puedo apreciar que es una grandísima creación. ¿Logré al final separar los gustos del arte? Igual tan solo fue un destello de lucidez y no se vuelve a repetir…
En el armario cosmético de… Carla Mouriño
Carla es la auténtica mujer orquesta, la auténtica nómada digital que lo mismo está en Madrid, que en Valencia, que en Buenos Aires. Nunca sabes en qué huso horario la encontrarás. Escribe de viajes (no le queda otra) y gastronomía, y además tiene una columna maravillosa en Sustrato (¿la revista de moda?) que se llama #nosex. Estas son sus costumbres cosméticas :)
Háblame de tus rutinas cosméticas… Empecé a tener rutinas cosméticas supertarde, viví muchos años con cremas hidratantes y poco más, creo que también porque tuve una adolescencia con mucho acné y, en consecuencia, con sus tratamientos.
Aquí te desgrano:
Me encantan los productos de pelo de Moncho Moreno, el spray y el aceite post-lavado me parece que son dos productazos que me aportan volumen, sedosidad y cierran bien las puntas. De champú durante un tiempo estuve enamorada de Goa Organics y ahora estoy alternando con los de Moncho Moreno, alguno de Kérastase… de champús soy infiel.
Para mi rostro: niacinamida de The Ordinary; he cambiado mucho de marcas de vitamina C; la hidratante de La Roche Posay; contorno de ojos de L’Oréal Paris; y mi super must: el despigmentante de Cantabria Labs porque hace unos tres años me salió melasma y es el único producto que me lo ha quitado.
Los findes suelo ponerme mascarillas y patches de las ojeras por las mañanas en casa, es como un ritual que va más allá de cómo se me queda la piel.
Siempre me desmaquillo con jabón CeraVe y uso un tónico de Clinique. Y, sobre todo, siempre me pongo crema solar para salir de casa. Creo que mis mayores lecciones de vida cosmética son que una buena limpieza y una buena protección solar es lo que más te va a cuidar y a servir.
Maquillaje:
Desde hace muchos años uso la base de Chanel, que también la tengo en CC Cream porque a veces no me apetece maquillarme tanto.
Caí en la super tentación del Sheer Glow Tint de Charlotte Tilbury. Me lo pongo como segunda capa después de la base y me encanta.
Mi tapaojeras es un clásico: Touche Éclat de Yves Saint Laurent.
Utilizo un colorete líquido de Rare Beauty y me pongo una gotita en los párpados para hacerlos rosados.
Ese mismo colorete líquido lo aplico en los pómulos y encima le pongo los polvos del mismo color.
Mi eyeliner es Clinique: me aguanta un montón y es el que me gusta.
Tengo una especie de cepillo de cejas y fijador que me recomendó una amiga de Got2b.
Cuando quiero ponerme algo más en los ojos tengo unas sombras color cobre y beige de Bobbi Brown que amo.
Mi máscara es Bobbi Brown, pero creo que sigo sin encontrar la máscara perfecta.
A veces me pongo el brillito famoso de hace unos años de Freshly.
Y para los labios tengo una combinación must: perfilador, relleno de Honey de Clinique y gloss de Dior, se queda super jugoso y me encanta.
Me encantaría una buena marca de perfiladores porque soy infiel y no he encontrado una todavía que me enamore.
Si me quiero pintar de rojo los labios: tengo un pintalabios de Glossier que me compré en Nueva York que me encanta.
Respecto a medicina estética:
Todavía no me he hecho nada pero no estoy en contra, es algo que ya está presente en las conversaciones con mis amigas y un bótox bien aplicado para borrar algunas arrugas me parece estupendo. Lo que no me gusta nada es la sensación de que hoy todas las caras son iguales y se borran los rastros de la personalidad, especialmente en narices y bocas o con bótox mal aplicado o en demasiada cantidad como para acabar con la movilidad de la cara.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. Crema de sol, diría otro pero lamentablemente y con mi melasma, es mi favoritismo. Estoy abonada a Heliocare de Cantabria Labs.
Producto con hype que fue un total bluff. Mi estrategia consiste en no comprar productos con hype si no los han probado mis amigas antes. Me entero, en general, tarde y por lo que me cuentan ellas así que no tengo tanto un bluff (quizás lo han tenido ellas pero ya no me llega a mí la información).
¿Tienes un perfume de siempre o buscas siempre tu olor en las perfumerías? De adolescente siempre usé Ralph Lauren Blue, era el único que me gustaba y me hacía sentir super adulta con 12 años y mi botecito mini.
De ‘mayor’, Gucci Flora. No soy una persona de muchos perfumes, tengo uno que me gusta y no cambio porque me parece super interesante los olores super personales de la piel.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? La sensación de que nunca será suficiente, de que los estándares son imposibles de alcanzar y me molesta que el marketing lo ocupe todo cuando estamos hablando del cuidado de un órgano fundamental (la piel). Creo que a veces hay una línea demasiado fina entre verme mejor y ser presa de algo, o entre un buen producto o un producto que ha invertido mucho en publicidad.


Dos de mis personas favoritas del mundo además hablando de algo que se les da bien, mi Maia y mi Paloma 💖 Otra de las cosas mágicas que hacen en Hunky Dory es averiguar qué perfume te encaja rellenando un formulario. Es que no me digas… FLIPO.
Llevo unos 3 años q me cuesta encontrar un perfume q me haga sentir "yo". Però estoy obsessionada cn los olores, velas, perfumes, productos de limpieza...estoy siempre con la nariz en marcha. Gracias , gracias y gracias