Confesiones anónimas (II)
Más compañeras me cuentan sus secretos para que en supermercados, perfumerías y farmacias empecemos todas a separar el grano de la paja
¿Te acuerdas de aquel correo electrónico que envié en mayo compartiendo algunos de los secretos mejor guardados de algunas de las mejores periodistas de belleza de este país? Pues bien, vuelvo a la carga con quince nuevas confesiones auténticas, amparadas por el más estricto anonimato. Gracias una vez más a todas las compañeras y periodistas que acuden (siempre, sin fisuras) a mis llamadas. Esto es lo que piensan de verdad de la cosmética que todos compramos:
«No creo en el contorno de ojos y no he entrevistado nunca a un dermatólogo que crea. Es más, ¿dónde cojones empieza el contorno de ojos?».
«Ningún tratamiento, por mucha investigación que haya detrás o a pesar de que su fórmula contenga los ingredientes más exclusivos, puede quitarte diez años».
«¿De verdad hacía falta un disolvente de esmalte de uñas en crema? Cuando algo funciona, dediquemos el I+D en mejorar la fórmula (que sean menos agresivas), pero de verdad que en crema no funciona: tardas infinitamente más y no queda igual».
«Los perfumes más vendidos a menudo son los más apestosos. Dos ejemplos: La Vie Est Belle, de Lancôme, y Good Girl, de Carolina Herrera».
«Aunque me encantaría, ninguna crema tiene ‘efecto bótox’ ni puede considerarse una alternativa a los hilos tensores».
«Para las que busquen un efecto inmediato, donde de verdad se nota un producto de lujo es en el pelo. Un buen champú o una buena mascarilla está a años luz de las que puedes encontrar en un lineal de supermercado».
«Cuántos despigmentantes habré probado en mi vida y qué poquitos de verdad hacen algo».
«Cita textual que he anotado en la presentación de un cosmético: ‘Os dejamos con este vídeo que nos parece que establece el mood de ciencia que queremos que sienta la consumidora con esta nueva innovación’. Y se suceden planos con números y probetas».
«Solo creo en la protección solar, la vitamina C y el retinol. Todo lo demás me suena a algo en lo que quiero creer, como mascarilla antipapada».
«Cremas de cuello, ¿marketing o verdad verdadera? Nunca lo sabremos...».
«Ojo con los gadgets para hacerte la depilación láser en casa. Yo me abrasé teniendo cuidado y habiéndome leído las instrucciones».
«¿Quién lee ya la sección de belleza de las revistas de moda cuando es una sucesión de reportajes al servicio de sus anunciantes?».
«Cita textual que he anotado en la presentación de un perfume: ‘Es un perfume game changer. Contemporay. Solar. Chic. Es una masculinidad elegante y organica. No masculina’».
«Esta frase empieza a ser un cliché en el mundillo beauty, pero no por eso es menos verdadera: la celulitis no se quita».
«Ozempic es a la gordofobia lo que el bótox al edadismo: un aliado desde la medicina».
En el armario cosmético de… Carla Sierra
Carla Sierra fue mi compañera de feina cuando ambas estábamos trabajando en Vogue y no en sendas empresas con sede central en Barcelona. Ella me invitó por primera vez a un club de lectura (leímos Jane Eyre con sus divertidísimos amigos) y trató de enseñarme algo de música (fue imposible). Además, juntas nos vestimos de rojo declarando los lunes Rajneesh en la oficina después de ver Wild Wild Country. Fueron ratos muy divertidos. Es de las personas más brillantes que conozco y también de las más generosas con su tiempo y con su sabiduría. Y me alegra infinito que se anime a compartir sus disidencias cosméticas a continuación:
¿Qué rutinas cosméticas tienes? No tengo una piel y un pelo perfectos, precisamente. Así que balanceándose entre la responsabilidad y la culpa, entre la presión social y la disidencia, y salpicada sobre todo por grandes dosis de vagancia (soy una firme defensora del derecho a la pereza), esta puede convertirse en la declaración más bochornosa que jamás hayas publicado en esta newsletter, mi amada Paloma.
Lo confieso. Estoy al filo de los 40 años y nunca he usado crema hidratante. No me gustan los perfumes. Puedo pasar AÑOS sin cortarme el pelo. Ni siquiera las puntas. Paso larguísimas temporadas sin depilarme. Y aunque de vez en cuando me hago algún firme propósito estético, me puede la desgana. Un poco de story time para que tus lectoras puedan entender la envergadura del despropósito: una vez, nuestra querida Carmen Lanchares, una eminencia de la belleza y la salud con la que compartí oficinas pero, ya veis, de la que no absorbí nada de sabiduría, me vio peinándome y me preguntó: "¿Por qué utilizas un peine para afro con el pelo tan liso que tienes?". Espero que ella haya olvidado esa anécdota. Pero aprovecho para darle las gracias desde aquí por haberme ayudado a encontrar un cepillo a la altura de mi pelo de ratilla.
Este inicio de curso, sin embargo, he batido un récord: llevo un mes y medio limpiándome la cara a diario. No sé si mes y medio puede considerarse ya una rutina, pero esto, que es un básico para cualquier mujer funcional, se ha convertido en un hito existencial para mí. Porque en un carrusel de ansiedades y hábitos reguleros, mi piel era desde marzo especialmente reactiva. Gracias a Google y todos esos foros plagados de mujeres en apuros (#notallmen pero no he localizado esos foros de hombres preocupados por el aspecto de su piel), he encontrado algo que, combinado con no beber alcohol prácticamente y haber abandonado el chocolate entre otras cosas, parece funcionarme: un par de productos de Bioderma (Sensibio AR BB Cream, y su agua micelar AR, con el mismo principio) que, leo en su web, llevan un complejo patentado que actúa sobre el "factor que modifica los capilares". Pero vamos, lo increíble para mí es que además de reducir la inflamación, también hidrata, contiene pigmentos que disimulan las rojeces y tiene protección SPF30. Triple tanto de palabra. Porque una rutina de 2 minutos es, quizás, la única con la que soy capaz de comprometerme.
Pero, en realidad, sí soy fiel a un producto cosmético desde hace años: el eyeliner líquido negro. Durante bastante tiempo usé uno de Dolce & Gabbana, una marca con la que no comulgo. Así que cuando encontré una alternativa más asequible, más fácil de encontrar y menos a favor de los vientres de alquiler, me lancé a por ella: el Eyeliner Alta Precisión de Sephora. Y aunque no me maquillo los ojos a diario, cuando quiero añadir un toque de fantasía, recurro a un eyeliner de color (tengo un par Diorshow on Stage de colores bastante potentes que, posiblemente, me regalaste tú) o aplico sombra de ojos, siempre siempre con los dedos directamente.
No puedo decir que tenga grandes hábitos capilares tampoco (¡qué sorpresa!), aunque en los últimos años me he mantenido relativamente firme en el propósito de emplear champús sólidos por aquello de reducir los desperdicios. Durante la mayor parte del tiempo, uno de la gama Solito de Kriim, en el que me introdujo mi amiga Ainhoa; aunque últimamente estoy usando uno que me regalaron de mid/night 00.00, otra marca barcelonesa y vegana, que también me gusta bastante. Y en agosto fui a la peluquería, me decoloraron parte del pelo para conseguir el rubio frío con el que soñaba y me recomendaron la Leave-in Molecular Repair Hair Mask de K18. Un producto con bastante hype en redes sociales, que aplicas, dejas actuar durante 4 minutos y solo necesitas usar... de vez en cuando. El tipo de rutina que me gusta, vaya.
Aprovecho para hacer un llamamiento: he probado algunos dentífricos y desodorantes sólidos o en crema a lo largo de los últimos años, pero ninguno me ha convencido. Así que si alguna de tus mucho más enteradas lectoras quiere recomendar alguno, ¡por favor, que lo haga!
¿Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta? Voy a asumir que en esa isla desierta estaría libre de las grandes ansiedades de este mundo patriarcal y capitalista (la obligación de trabajar, las desigualdades de clase y de género, el ascenso de los fascismos, la emergencia climática...), así que el equilibrio de mi piel estaría en orden. Supongo que debería llevarme un protector solar, aunque tengo una tendencia irreprimible a buscar la sombra. ¿Puedo canjear el producto estético entonces por un libro que me acompañe?
Producto con hype que fue un total bluff. A pesar de lo que pueda parecer, lo cierto es que sí me encanta probar todos los productos que caen de maneras imprevistas en mis manos: de mascarillas coreanas a roll-ons contra las bolsas de ojos, aceites para fortalecer las uñas y reductores de celulitis, si me apuras. Pero no tengo la osadía de señalar ninguna marca en particular porque, en un juicio, no podría poner la mano sobre la Constitución para afirmar que el bluff lo causó la inacción del producto y no mi falta de constancia.
¿Qué opinas de cómo se trata la 'belleza' en los medios de comunicación? Me cuesta apuntar a los medios de comunicación en particular porque creo que los medios solo son un canal más. En este mundo digital en el que todos somos un altavoz y los medios han perdido su espíritu crítico y su influencia (imagino que en las facultades de Periodismo ya no se emplea la expresión "cuarto poder"), la construcción de una idea de 'belleza' –te copio las comillas–, y cómo esta se disemina y permea en todos los estratos, es una responsabilidad social. Pero aunque el mundo últimamente no me hace ser muy optimista, voy a copiarle una frase al artista y activista afroamericano Gil Scott-Heron: la revolución no será televisada.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? No me gusta la falta de transparencia y trazabilidad. No entender cuál es la mejor opción en un universo de infinitas posibilidades. Tampoco los cánones de belleza, restrictivos y excluyentes. Ni la búsqueda de la eterna juventud (vi en el Festival de Sitges La sustancia, de Coralie Fargeat, y no puedo dejar de recomendarla). Y aunque Fugazi cantaban "never mind what's been selling, it's what you're buying" [no importa lo que venden, sino lo que compras], no me gusta que la responsabilidad recaiga tantas veces en las usuarias. Porque un problema esencial es cómo las empresas generan nuevas necesidades constantemente. Creo que con cubrir los mínimos higiénicos y sanitarios y entregarse al gozo estético de vez en cuando debería ser suficiente. Claro que esto no es algo exclusivo de la industria cosmética.
Me gusta mucho que haya un espacio diferente donde encuentres opiniones que coinciden con lo que una intuye.
Me gustó mucho el artículo ¡felicidades! La literatura sobre cosmética es asombrosa. Me deja con la boca abierta. Pienso que quien es capaz de escribir en esa mezcla de ciencia-ficción, química, farmacia y medicina puede escribir cualquier cosa...