La aventura del color: este es el maquillaje que (de verdad) uso
Porque, como tod@s sabemos, cuestionar la industria cosmética no está reñido con saber seleccionar el mejor labial rojo del mundo
La vida, como esta newsletter, está llena de contradicciones. Lo mismo me pillas explicándote por qué el maquillaje natural es la última trampa del patriarcado que paso a enumerar paso a paso (con productos y señales) los toques de color que aplico sobre mi rostro cada día antes de salir de casa. No pasa nada, en realidad puedo soportar estos caprichosos vaivenes de la realidad. ¿Sabes dónde no suele haber contradicciones? En las películas. En cualquier ficción delicadamente elaborada para que el engranaje narrativo funcione a la perfección. ¿Lo demás? Un cúmulo de incongruencias e improvisaciones que, curiosamente, hoy me trae a tu buzón con ganas de compartir contigo el maquillaje que uso justo después de hidratar la piel. Ojalá te sea útil.
Base de maquillaje. Quizá no te sorprenda saber que son muy escasas las ocasiones en las que empleo fondo de maquillaje. Cuando lo hago, siempre es muy poco cubriente y en crema, jamás en polvo. Como buena hija de los noventa, huyo de mi adolescencia. Y también de esas arrugas que se marcan con la sequedad de los compactos. Tengo dos en casa, una de By Terry que viene dentro del pincel aplicador y parece diseñada por los dioses (yo a Terry le compraría hasta un apartamento en Benidorm si me lo pidiese) y otra de Saigu que es la que siempre recomiendo a mis amigas por precio, sencillez y adaptabilidad.
Correctores de ojeras. Tan solo en los meses más duros del posparto salí a la calle sin concealer. Jamás se me ocurriría hacerlo, por ejemplo, para ir a trabajar. Es como mi escudo de luminosidad, mi garantía de que a mi sonrisa la acompaña una buena cara. ¿Qué le pido a un corrector? Que aguante bien, que se funda con la piel y que no se cuartee o se acumule en los pliegues del párpado inferior. Una vez mas, siempre en crema. En mi neceser ahora están el Forever Skin Concealer, de Dior (es caro, pero cunde muchísimo) y el Infallible More Than Concealer de L’Oréal Paris. Los extiendo con una brocha para fondo de maquillaje, en concreto la número 11 de Dior Pro, y si sobra algo de producto camuflo rojeces alrededor de la nariz o algún grano menstrual que me aparezca en la barbilla.
Sombras de ojos. La verdad es que antes de la pandemia, este paso ni hubiera existido. Ahora te puedo confirmar que me encanta la fantasía de una mirada iridiscente. Doy la vida por las sombras en crema de Etnia Barcelona (uso el tono Terra), y también por la Fireball que Urban Decay ha discontinuado. Es increíble lo huérfana que te pueden dejar algunas decisiones empresariales. Aunque aplico las sombras de manera rudimentaria con un pincel para ojos, si hacerlo así te da miedo, puedes probar con los maravillosos lápices de Charlotte Tilbury. El Colour Chameleon en tono Pillow Talk debería estar en todos los neceseres de España.
Máscaras de pestañas. Siento que en este apartado me voy a repetir. Ya sabes que yo lo que quiero es que el color aguante todo el día, evitando convertirme en un oso panda, y que el efecto óptico sea de amplitud en la mirada. Mis indispensables para esto son Hypnôse, de Lancôme, y Legendary Lashes, de Charlotte Tilbury. Ambas tienen el cepillo con cerdas tradicionales, si te gusta más el goupillon de silicona… entonces no son para ti.
Colorete. La verdad, en muy pocas ocasiones me aventuro más allá de mi maravilloso Orgasm de Nars (convenientemente aplicado con su brocha kabuki, la única manera que conozco de que quede bien). Lo uso en polvo, pero en crema (bueno, una barra Multiple) también está muy bien.
Labiales. Hubo un tiempo en que no me quitaba el labio rojo. Me gusta que sea un color sólido, semimate y con algunos pigmentos azulados para que mis dientes no se vean demasiado amarillos. Y que se mantenga en su lugar, sin que parezca en ningún momento que vienes de morrearte con el pulpo Paul. El mejor es el Russian Red de M·A·C Cosmetics (hay quien prefiere el Ruby Woo, pero a mí se me hace un poco seco), pero tengo muchos de otras marcas que están muy bien. Finalmente, por las noches, siempre recurro albálsamo labial. Si puede ser, Suavina.
En el armario cosmético de… Ana Santamarina.
A Ana Santamarina la descubrí porque muchas amigas empezaron a hablarme de sus productos. Tanto, que me picó muchísimo la curiosidad. Confirmo: si no has probado la limpiadora en aceite Dream Oil no sabes lo que te estás perdiendo. No miento si te digo que su marca ha sido un éxito instantáneo: hace tan solo dos años que se fundó y ya está en boca de medio Instagram. Supongo que no es por casualidad.
¿Cómo son tus rutinas cosméticas y qué productos usas habitualmente? El cuidado de la piel para mí es un placer, casi diría que una necesidad. Así que no escatimo a la hora de usar lo mejor y en tomarme mi tiempo. He sufrido durante años y años muchos problemas de piel y no puedo evitar asociar su estado con mis emociones. Suelo empezar el día realizándome un drenaje linfático, para ello aplico sobre el rostro Dream Oil, que es el aceite limpiador de mi propia marca, y me realizo el masaje. A continuación, lo aclaro. Cuando ya siento a piel limpia y despejada, es imprescindible un contorno de ojos que me ayude a desinflamarla (uso Bright). Además, me está encantando la bruma hidratante Molecular Saviour, de Allies of Skin, que contiene prebióticos y me aporta confort e hidratación.
Intento hacer un gran aporte de antioxidantes tanto tópicos como por vía oral (tomo Sun lux) y no me salto jamás la aplicación de protección solar. Intento que sea con protección reforzada frente a UVA, ya que esta radiación es la que provoca las manchas y las arrugas. En ese sentido, uso Age Block que, además, me encanta por el el toque glowy que se queda en la piel. A lo largo del día reaplico con el stick de Beauty of Joseon, que es mi favorito.
Por la noche siempre hago doble limpieza y un retinal (Ultra A). Suelo crear productos con sinergias de activos muy pensadas para que con un solo producto tengas todo cubierto con lo que no me aplico nada más. Un par de noches por semana me encanta hacerme un peeling con glicólico (Reset 10) y siempre un bálsamo nutritivo para los ojos potente (Intensive), que es una zona que me preocupa especialmente. En mi neceser también está el sérum de pestañas de Singuladerm, con una fórmula excelente llena de péptidos que aunque no me haga tenerlas más largas me las deja sanas y fuertes (tuve una experiencia nefasta con los sérums que contienen prostaglandinas, me dejaron hiperpigmentada la zona de los párpados). A diario tomo dos perlas de Trio Beauty, que es el suplemento que creé para aumentar la hidratación de la piel y realmente noto mucho la diferencia, especialmente con la llegada del frío.
Soy una amante acérrima de los perfumes, los elijo dependiendo de mi estado de ánimo. Suelo hacer layering y mezclar dos para crear un aroma único. En primavera y verano me encanta combinar Fleur narcotique, de Ex nihilo, con Valaya, de Parfums de Marly. Son dos aromas frescos, limpios y muy elegantes. Ahora en otoño estoy usando muchísimo una pulsación de Oudgasm Café Oud y dos pulsaciones de Oudgasm Vanilla Oud, ambos de Kayali. Qué aroma más delicioso y cálido a la vez que femenino. Cuando me quiero sentir sexy recurro a Love de Kilian.
Adoro el momento de la ducha y he de decir que me he comprado todos los geles de baño de Sol de Janeiro porque no resecan y su olor es absolutamente embriagador. Me encantan. Adoro también sus mantecas de cuerpo, mi combo de gel de ducha y manteca corporal preferida es la de Beija flor, maravilla pura. Para reafirmar y mejorar textura uso Sublime, de mi marca, que es una crema nutritiva antiaging con retinol microencapsulado y niacinamida.
Y para el pelo, que me lo cuido muchísimo, champú L’Essentiel, de Goa Organics, mascarilla Restore, de Living Proof y spray antiencrespamiento Dream Coat, de Color Wow.
¿Sin qué producto no podrías vivir? Uffff…. ¡qué pregunta más difícil! Diría que verdaderamente no puedo pasar sin Hydra. Tengo la piel muy complicada y reactiva e Hydra me aporta confort inmediato y una jugosidad increíble. La creé pensando en aportar todo lo necesario a la piel: tiene el ratio perfecto de ceramidas, ácidos grasos y colesterol, así como el porcentaje de niacinamida que para mí es perfecto, ya que es de tratamiento y no irrita (5%), y un prebiótico para mantener una microbiota sana. Es que no puedo estar sin ella.
¿Algún producto con hype en redes que te haya decepcionado? El aceite capilar de Gisou. Lo compré con mucha ilusión porque me parece una marca superatractiva y la fundadora tiene pelazo, pero el aceite me deja el pelo graso y me falta sedosidad. En general ningún producto de la marca me ha funcionado bien.
Un cambio en tu rutina habitual que haya marcado la diferencia. Empezar a usar protector solar a diario. Hace tiempo viví un año en El Cairo y solo me llevé solares (realmente se me olvidó meter otros productos). Con el solazo que hacía y la cantidad de veces que estuve en la playa mi piel se mantuvo genial, y prácticamente solo usaba eso. También me cambió la piel hacer doble limpieza, dejé de tener puntos negros. Y, por supuesto, añadir retinoides a mi rutina.
¿Hay algo que no te guste de la industria cosmética? Algo que no me gusta nada es cuando se intenta vender cosmética con una bata blanca. Las marcas saben que esto vende y crea confianza y muchas utilizan perfiles sanitarios para vender a través de ellos sus productos aunque numerosas veces estas personas simplemente estén leyendo un guion que les han mandado. No puedo con ello y cada vez se hace más.
En un mundo cargado de marcas de cosmética, ¿por qué lanzaste la tuya? ¿Qué crees que aporta, que tiene de singular? ¿De qué lanzamiento estás más orgullosa? Si te soy sincera, nunca me ha dado miedo crear una marca de cosmética porque es algo que me apasiona tanto que es parte de mi. De hecho, empecé en redes sociales porque quería lanzar una marca y no al revés. Quise crear una buena comunidad que estuviera en sintonía con mi filosofía, por eso para mí era absolutamente esencial no perder la credibilidad y mantener mis principios sin venderme a nadie.
Después de tres años en redes, habiendo probado todo lo que estaba en el mercado y con una comunidad que confiaba en mí, la verdad es que todo salió de una forma bastante orgánica. Sabía perfectamente los productos que quería sacar. Mi plan era crear una marca basada en lo que a nivel científico funciona. Siempre utilizo activos que tienen muchísima evidencia y creo sinergias con otros activos interesantes más novedosos.
Cada producto de mi línea está muy pensado y creo que si tuviera que destacar algo sería la calidad de las materias primas que utilizamos y las sinergias que tienen los productos. A veces en el laboratorio se echan las manos a la cabeza con las fórmulas que propongo porque son muy caras, pero creo que al final merece la pena. Recuerdo con especial ilusión mi primer lanzamiento, Hydra. Fue brutal, ¡se colapsó la web! Yo pensé que iría bien pero no tanto. Y estoy especialmente orgullosa de mi línea de nutracéuticos. Me consta que hay clínicas que los ponen como bench mark para sus desarrollos y eso es muy fuerte.
¿Qué sabes ahora, después de lanzar tu propia marca, que no sabías antes? Lo muchísimo que cuesta conseguir un packaging que te guste. Antes pensaba que esa parte era más fácil que el desarrollo de un producto y, al menos para mí, es al revés. A raíz de la pandemia los precios de las materias primas han subido mucho y cambian constantemente. Por ejemplo, el ingrediente estrella de Dream Oil ha subido un 200%. Ahora los tiempos son más largos que antes y es fácil quedarte sin stock de un producto.
Ana es una referente como divulgadora por su honestidad 🙌🏻 Agradezco como consumidora tener acceso a firmas tan transparentes.