Me da igual que te hayas puesto bótox
Una propuesta de consenso: mantengamos la indiferencia ante la polarización de opiniones sobre los neuromodeladores faciales.
El efecto Aged-Elderly de TikTok está poniendo de manifiesto dos clarísimas y opuestas actitudes con respecto a nuestro envejecimiento. Por una parte, están quienes lo usan y aseguran que jamás se verán así de arrugadas porque van a tomar medidas (se sobreentiende que invertirán en rellenos y neuromodeladores) para evitarlo. En el bando opuesto, tenemos a las que defienden que abrazarán con naturalidad (¡con dignidad!, señalan, como si el uso de la medicina estética fuera poco menos que un hábito del demonio) la progresiva flacidez de sus óvalos faciales. Es un signo más del paso de los años.
Estas dos posturas, casi tan polarizadas como la intención de voto de nuestra juventud, se presentan como totémicas. O conmigo, o contra mí. Y en esa disputa de texturas y manchas a menudo se pasa por alto que cualquier posicionamiento que tomemos al respecto implica poner de nuevo el foco en la apariencia. Es decir, en la manera correcta o incorrecta de abordar el envejecimiento de las mujeres. Siempre las mujeres. Siempre a juicio.
Por si no te habías dado cuenta, el de la mirada patriarcal sobre el envejecimiento femenino es un tema que me interesa especialmente. George Clooney es un madurito atractivo que se ríe de haberse teñido el pelo después de décadas de canas. Sin embargo, mientras promocionaba La sustancia (que, como bien sabes, trata sobre la obsesión de una presentadora de televisión por esquivar el envejecimiento para no perder la popularidad y su puesto de trabajo), Demi Moore sentía que debía hacer creer al mundo que el secreto de su muy lograda eterna juventud radica en que mira a la vida de manera holística. La falta de honestidad con la que debemos actuar para que no nos señalen sí que es un tema a poner en la mesa, y no el aburridísimo debate sobre si está bien o está mal invertir en medicina estética.
Hay un trend en redes al que podríamos sumarnos para enfrentarnos a esta ridícula polarización: escuchamos pero no juzgamos. Qué importante es evitar los juicios de valor moralizantes. ¿Quieres recurrir al bótox y al ácido hialurónico para luchar contra la gravedad? Tomo nota. ¿Prefieres sentir que eres fiel a la naturaleza dejando que la piel tome un camino descendente? También me vale. Lo cierto es que ninguna de las dos opciones modificará mi actitud hacia ti. Solo así, dejando de darle importancia a lo que hacemos o no hacemos con nuestra cara podremos empezar a poner el foco en las cosas realmente cruciales. Que la estética no nos haga olvidar la ética.
En el armario cosmético de… Clara Timonel
Llegué a Clara Timonel a través de mi queridísima Alba Correa, y descubrí que ante mí había una mujer llena de inquietudes, sabiduría y transparencia. Con ella he tenido algunas de las sobremesas más excitantes de los últimos años, ya sean en Urueña o en Madrid Río. Puedes leerla en su newsletter Estaribel, donde encuentro más inteligencia que en las columnas del 80% de opinadores españoles. Farmacéutica y amante de la cosmética, no te pierdas sus fundadísimas propuestas:
Háblame de tus rutinas cosméticas… Puede que sea un poco fuerte decir esto, pero mi rutina cosmética es algo que se ha mantenido estable desde mis 18 años y por tanto lo considero una parte fundamental de mí misma, de mi vida adulta. Uso factor solar a diario desde el Bachillerato, y estoy muy familiarizada con mi piel y con lo que necesita a medida que voy creciendo y envejeciendo y va cambiando. Es una costumbre muy importante para mí hacer una reunión higiénica todas las noches, mi cara y yo. ¡Cuando viajo llevo un cargamento de productos y le doy más importancia al neceser que a la maleta!
Me gusta el minimalismo: encontrar un producto que me gusta, agotarlo, y solo entonces buscar una alternativa o reponerlo. Trabajar en farmacia me da la ventaja de tener acceso a muchísimas muestras y testers, y lo aprovecho a tope. También me inclino por productos duraderos y con el menor empaquetado posible.
Para mí la clave del uso de cremas es la experiencia organoléptica. Si la aplicación de un producto es desagradable al final dejas de usarlo, por buena que sea la fórmula o milagrosos que puedan ser sus efectos. Busco y recomiendo texturas en gel, con rápida absorción y poco residuo; perfumes sutiles en caso de que lleven, y buenos resultados. Para que una rutina sea sostenible hay que priorizar la comodidad (durante la aplicación y después, en la sensación en piel) y que dé gustito.
Tengo la suerte de tener en Salamanca una tienda de cosmética coreana fantástica, Cokó. Siempre estoy atenta de la cosmética coreana porque ofrece tecnologías punteras a precios muy asequibles; si algo se lleva en Corea del Sur en 18-24 meses lo tenemos en marcas europeas. La doble limpieza, la exfoliación con ácidos, y más recientemente la incorporación de péptidos son ejemplos de ello. También han abierto todo un campo de cuidados específicos para pieles con tendencia grasa donde antes no había nada mas que limpiadores agresivos.
Por cuestiones de sostenibilidad, procuro utilizar marcas españolas como Isdin o Sensilis, o de cercanía como Rilastil (que es italiana) o La Roche Posay (parte del grupo L’Oréal, la mayoría de sus cremas se fabrica en Francia). También prefiero apoyar marcas y productos libres de crueldad animal. Al final mi neceser ha terminado siendo casi 50/50: mitad España, mitad Corea.
De día: Mi solar facial favorita es la Age Repair de Isdin ¿Necesito tanta cosa en una fórmula? No. ¿Es la que más me gusta darme de todas las cremas que he probado? Definitivamente sí, y por eso sigo usándola. El contorno de ojos es una cosa que me obsesiona porque tengo ojeras vasculares marcadas desde que era pequeñita. Da igual lo que coma, lo que duerma o lo hidratada que esté: la ojera se queda. Una buena hidratación es clave para reducir el estrés de los ojos. Me gustan los formatos airless y las fórmulas sin silicona para que no haga bolitas si después aplico maquillaje corrector: la que estoy usando más recientemente es la de Cosrx con péptidos y me encanta. En la farmacia siempre digo que la primera pieza de una rutina cosmética tiene que ser el factor solar. La segunda incorporación es la limpieza específica, y a continuación la hidratación. Para mí esos tres pasos son cuestión de higiene y salud, cuidados tan básicos como lavarse los dientes. Todo lo demás es opcional, cosmético. A mí me encanta la cosmética, pero he trabajado con muchas clientas (¡y cada vez más clientes, afortunadamente!) que son reticentes a ella, vienen a la farmacia porque tienen un problema que quieren resolver y ya. La cosmética es un gusto que nos damos en la vida, pero también puede ser la parte preventiva de la rutina facial. Mi costumbre puramente cosmética por las mañanas es alternar entre un sérum de vitamina C y un sérum reparador, ambos de Sensilis. Me encanta usarlos y aún así cuando se acaban espero un par de semanas antes de reponerlos porque pienso, ¿de verdad necesito esto? ¿Es imprescindible, o puedo pasar de ellos? Y sí, la piel termina pidiéndomelos a gritos. Llevo años repitiendo este proceso de valoración y compra. ¡Consumo responsable! El calmante me lo doy los días después del retinoide, o cuando me noto la piel más estresada por el motivo que sea. La vitamina C la uso en los días de descanso de la rutina de noche, que es cuando la piel me la acepta mejor. Deja la piel jugosa y brillante y es una maravilla. Su principal principio activo es el ácido ferúlico, «inspirado» en la famosísima fórmula de Skinceuticals, que por cierto ha agotado la patente el pasado mes de marzo (guiño guiño, codazo codazo: que llueva el ácido ferúlico en sinergia con las vitaminas C y E).
De noche: La doble limpieza es una cosa fascinante. La primera vez que me lo explicaron no me lo podía creer. ¿Cómo que dar un aceite en la cara? Pero tiene todo el sentido del mundo, es fisicoquímica básica: lo graso se va con lo graso, y lo demás con el agua. Ahora lo que no me puedo creer es todos los años que estuve lavándome la cara solamente con agua micelar o peor aún, con el tónico de Clinique de mi madre que era alcohol puro. Pobres pieles, lo que les hemos hecho pasar. Mi aceite limpiador favorito con mucha diferencia es el de Meisani: no deja tirantez, no pica en los ojos y quita la máscara de pestañas a prueba de agua a la primera. Lo adoro. Para el segundo paso he usado jabones en pastilla (el de Klairs y el de Ondo, por ejemplo) pero nada me deja el confort en la piel como la espuma de Sensilis.
Desde hace unos pocos años he incorporado la exfoliación química y los retinoides a mi rutina facial. Después de un tiempo de ensayo y error he comprobado que lo que mejor me va es aplicar ácidos una noche, retinoide la siguiente, y luego dos noches seguidas de hidratación nada más. Ya lo hago sin pensar, la propia piel me va indicando lo que toca en cada momento. Con ese régimen (y el factor solar, insisto. Sin protección solar no hay skincare que valga) mantengo la cara sin espinillas ni acné, los poros cerraditos, y prevengo manchas y demás estrés oxidativo.
El ácido que estoy usando actualmente es solo glicólico, de Cosrx. Creo que no lo voy a reponer cuando se acabe porque el olor me disgusta ligeramente. Una pena, porque la fórmula es buenísima. Otro que he usado es el concentrado de Effaclar, que además del glicólico lleva ácido salicílico y láctico. Con mi piel sensible es más fácil pasarme de frenada con este y he tenido que descansar, aunque la fórmula me encanta.
De retinoide tengo un claro favorito: la fórmula del Retinal Intense es la bomba. Seguramente sea el mejor retinoide de uso cosmético del mercado. Es caro, pero realmente lo vale: llevas cuatro productos en uno. Ahora estoy usando el Retinal Smooth que sacaron este año y da la talla, pero cuando se me acabe volveré al Intense. Como dicen en mi pueblo: burro grande ande o no ande. Suplemento con una exfoliación física un par de veces al mes, cuando me noto la piel más rugosa de lo habitual. Me lo doy en la ducha para tardar cero coma en aclararlo bien todo. Durante años usé esponjas de konjac, pero terminaron pareciéndome un poco guarrería, como también lo era utilizar microplásticos como factor exfoliante. Ahora que hay fórmulas con micropartículas basadas en celulosa y otras sustancias solubles, las prefiero.
En cuanto a hidratación, menos es más. Una de mis armas secretas es el agua hidratante de Klairs. Me la compré de oferta para probarlo y me ha sorprendido, es una maravilla, la cargo en un spray y cunde una barbaridad. En verano me lo doy a menudo simplemente para refrescar la piel y añadir un extra de hidratación antes de reponer el factor solar. Por las noches me lo doy en la piel limpia y luego sello el líquido con una crema. Ahora estoy usando la de Barr, porque quería algo con ceramidas y no está mal, pero cuando se me acabe volveré a la mascarilla con arroz de Cosrx, porque calidad-precio me parece la mejor. Llevo años (más de una década ya) usando el mismo jabón para el cuerpo: El Luxo-Banho de Ach Brito. En Portugal lo venden en supermercados así que siempre que puedo hago acopio, y además mi madre me lo regala a menudo. Jabón de pastilla con una toalla exfoliante a modo de esponja es combinación ganadora.
Tengo la piel seca y sensible y me escamo como un lagarto. Utilizaba la crema con ácido salicílico de CeraVe hasta que descubrí el cepillo exfoliante de Dr. Barbara Sturm en esta misma newsletter (¡influenciada!) y desde entonces el cepillo y unas gotas de Bio-Oil son mis griales.
Llevo años lavándome el pelo con productos sin sulfatos y usaba la marca Davines: seguir el rastro de la marca por España me llevó a conocer a la mejor peluquera del mundo, la mi Nines, así que agradecimiento infinito. Pero ahora que tengo el pelo corto me lavo con una guarrería estupenda que probé en casa de mi amiga Marta: el New Wash de Hairstory. Llevo con una bolsa pequeña un año y me queda como la mitad, es eterno. Es champú-acondicionador en crema y deja el pelo limpio pero texturizado. Lo recomiendo con cautela porque entiendo que no es para todo el mundo: no deja sensación de pelo lavado (suelto y perfumado), pero a cambio lo deja nutrido y el cuero cabelludo hidratado. También me he cambiado a un cepillo de cerdas naturales para terminar la conversión de la grasa del pelo en aliada y no enemiga.
Con todo lo que he dicho de la cosmética minimalista, en el perfume tiendo al maximalismo. Quiero todos los olores y los quiero ya. Para hacer un uso responsable (y no arruinarme en el intento) me he puesto el límite de un frasco por familia olfativa… Para hacerme trampas al solitario colecciono muestras y tamaños de viaje por encima de mis posibilidades. Ahora que empieza el calor estoy cambiando la rotación: he vuelto a Bois Imperial (madera y ambroxan), La Danza delle Libellule (vainilla afrutada), Olène (floral blanco) y Luna (una pócima que conjuga el verde del enebro, el cítrico de la bergamota y la solemnidad de la rosa). Pensaba que lo de los perfumes de invierno y los perfumes de verano era una superstición, pero no. La temperatura cambia el comportamiento y el rendimiento de las fragancias, es una cosa más a tener en cuenta. Pronto será época para el Ylang Ylang Nosy Be (floral amarillo), perfume que luce al máximo sobre piel sudorosa (¡hasta el punto en que me han seguido por la calle para preguntarme qué colonia llevaba!). Mi perfume para escribir es Le musc et la peau de Pierre Guilleaume. Es uno de los pocos que uso todo el año. Lo compré en el fabuloso Hunky Dory, en Donosti.
Producto favoritísimo para llevar a una isla desierta. ¡Factor solar! De cuerpo me gusta mucho el de Sensilis, por lo hidratante que es y por su fórmula que me acepta también la cara en un apuro (cosa rarísima). Además, me encanta el olor, es uno de esos productos que te conquistan por la nariz de los que hablaste en tu newsletter anterior.
Producto con hype que fue un total bluff. La abéñula para las pestañas. ¿Qué campaña de marketing maestra fue esa?
¿Por qué se han hecho dos bandos, para el bótox sí y el bótox no? Los bandos son misoginia, pero la generalización del uso del bótox en sí misma me parece una cosa interesantísima. La toxina botulínica es una tecnología muy joven, tiene menos de cincuenta años, y en el transcurso de mi vida ha pasado de ser una excentricidad de las famosas a algo que prácticamente cualquiera puede plantearse usar. Personalmente, no me gustan los resultados de su uso cosmético porque prefiero las caras expresivas, pero también soy consciente de que seguramente he estado expuesta ya a muchísimas caras tratadas con bótox de maneras sutiles y resultados tan finos que no se pueden identificar a simple vista. Creo que, como todo, la dosis hace el veneno.
¿Qué es lo que menos te gusta de la industria cosmética? Como de cualquier industria: las tendencias y el empuje por el consumo desaforado. ¡No necesitas una rutina de catorce pasos, amiga! Un respeto a la barrera cutánea. No necesito comprar otro ácido porque es el último producto revelación si ya tengo uno en mi arsenal que funciona. También me disgusta la tendencia a clonar fórmulas y principios activos: de repente todo lleva ácido hialurónico, unos años más tarde todo lleva niacidamida… La innovación tarda mucho en llegar a las consumidoras, como cualquier proceso experimental en laboratorio, y entre tiento y tiento hay que explotar todo al máximo, sin descanso.
Y todo esto va de la mano con el «antienvejecimiento», concepto espantoso. Yo todavía soy joven, pero el proceso de envejecimiento empieza a partir de los 25-26 años y las necesidades de la piel van cambiando con el tiempo. Con mis rutinas y uso de cosméticos no me interesa prevenir las arrugas, sino darle a mi piel lo que necesita para mantenerla en condiciones óptimas, prevenir el daño actínico (provocado por el sol) y el estrés oxidativo. Con los años el colágeno cederá, las arrugas llegarán y serán señal de que he vivido para contarlo.



Qué barbaridad de recomendaciones, y con qué detalle! Gracias!
Muy de acuerdo con toda la reflexión inicial de escuchar y no juzgar. Una de las cosas que he aprendido viviendo fuera de mi país y conociendo a gente de todo tipo es esto precisamente. Y te diré que es un regalo porque se aprende una barbaridad. Nadie tiene la verdad absoluta. El respeto es la clave. Bravo, buenísimo artículo. 🫶